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La Fascinaciòn del Sarcasmo

El Sarcasmo como expresiòn tiene algo de verdad, es cierto en cuanto a la parte que revela, pero tambièn cuenta con una parte que oculta o enmascara en su desazòn.

Nadie jamàs afirmò que el sarcasmo sea sinònimo de honestidad. Entònces ¿Porquè algunos utilizan frases sarcàsticas con la pretenciòn de estar siendo honestos o crìticos? Socialmente tampoco se considera una crìtica respetable si se utiliza con el solo hecho de herir.

Hace tiempo escuchè, no recuerdo dònde. O quizà leì en algùn  libro que mi memoria no recuerda, algo asì como que el sarcasmo era una expresiòn desesperada, sin determinaciòn, expresiòn a medias que se emite porque no se encontrò otro remedio, no se encontrò otra forma de decir algo que con el sarcasmo. Definiciòn que por las razones mencionadas, no me atrevo a presentar con las reglas debidas de una cita, me pareciò entòces un concepto amargado. Pero con forme uno alcanza madurez en la vida, se va dando cuenta de que en realidad, es una visiòn congruente y atinada, y que esa parte que se oculta en la frase irònica, es quizà lo que nos produce a los humanos una gran fascinaciòn, en muchos casos esa es la ùnica razòn de su uso. ¿Nos licìta esto a utilizar la ironìa, como omiciòn o sustituciòn de una explicaciòn? El sarcasmo es perfectamente usual y nadie te va a condenar por utilizar frases irònicas respecto a cualquier cosa. Al mismo tiempo que deja entrever apenas una postura moral respecto a cierto tema, dependiendo de su mordacidad ya sea para quejàrse, ridiculizar  o insultar.

En literatura se usa como la figura retòrica que emite una crìtica indirecta, pero hacièndose evidente y agudo a la vez un desacuerdo, aunque oculta las verdaderas motivaciones del desacuerdo a veces ridiculizando.

“El tèrmino proviene del latìn “sarcasmus” y este a su vez proviene del griego “sarkasmòs” que es una sustantivaciòn del verbo “zarkazein” el cual  significa morder los labios”(1)

No en balde se experimenta el sarcasmo como algo que tiene que decirse a como dè lugar, porque quizà ese  algo  muerde por dentro, nos muerde de las entrañas a la boca, tiene que decirse aun de forma indirecta y mordaz para morder los labios.

“El sarcasmo es personal, y su intento final es herir”(2)

Ya sea que se utilice como una forma de impotencia para expresar indirectamente las motivaciones de nuestro desacuerdo, o que se encuentre placer en ese juego agudo de esconder intencionalidades, el sarcasmo es una forma fascinante para los que encuentran en ese elemento una forma ilimitada de expresar desde los desacuerdos, el coraje, la frustraciòn, el dolor, la impotencia, y toda clase de emociones que algunos aprovechan hasta para hacer arte,  O que al emitir la frase hiriente, se disfrute de una sensaciòn de venganza emocional, el sarcasmo contiene en su miasma humano (los animales no usan sarcasmo) algo que atràe y que repele al mismo tiempo, eso es fascinante.

Se ha usado proverbialmente como: “la forma màs baja de humor pero la màs alta expresiòn de genio” (3)

El sarcasmo o ironìa se puede explotar como una forma creativa de expresiòn artìstica, de hecho la parodia es un referente que ejemplifica que la creatividad no tiene lìmites ni siquiera en los cànones morales de la sociedad.

 

1- wikipedia digital.

2- A handbook to literature. Un manual para literatura de C. Hugh Holman y William Harmon.

3- Wikipedia digital. Frase que se atribuye a Oscar Wilde pero en realidad se desconoce su origen.

 

Beatriz Osornio Morales. imagen de la red.

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TENGO QUE DECIRTE ALGO

Tenía pensado renacer con el día

asomarme al cementerio del alba

y pensar en ti

En ti que renacías de las aguas

de las mujeres calladas hechas una fiesta

por dentro, sus ojos eran la primera señal

de lo que había bajo la piel de las manos,

y entre la línea de sus carnes más suaves.

Eras experto en mirar donde pocos miran:

su cabello hecho una montaña, cayendo

Puna cascada hacia la red subterránea

donde trenes llenos de niños y tigres

y albatroses emigran;

me cantabas a la orilla de aquel río

en la avenida.

 

Tengo que decirte algo:

Yo hace tiempo que vengo muriendo

con cada noche eterna a cuestas,

muero del olvido a tus alas ausentes;

A ratos imagino que todavía existes

y que con solo pensar el morir se revierte,

 

es posible renacer en el pensamiento

en las pasiones más ocultas

en el deseo que se quiebra

bajo la rama de un árbol.

 

Tenía pensado renacer la mañana

asomada a las tumbas abiertas y

cerradas con las horas del día:

Ahora solo tengo que decirte algo;

Los niños se han peinado ya para la escuela.

 

 

Beatriz Osornio Morales

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PARANOIA

Bella puso el pie en el acelerador, tan pronto la luz del semáforo cambió a verde. Al dar vuelta en Big Woods se percata de que la calefacción le está produciendo un sudor frío y oloroso en los pies, como cuando tienes una fiebre. A Bella le sucede cuando no se pone calcetines,  pero hoy sí recordó ponerse calcetines antes de salir.

Checa el termostato y está en el número 1, el efecto mínimo. Esto descarta la posibilidad de…. Sigue pensando en calcetines hasta el siguiente semáforo. Ocupada en sus pensamientos, no se da cuenta de que la  luz  está en rojo,  por lo que tiene que frenar el carro con un rechinido alarmante, y aun así queda sobre la línea blanca, excusa suficiente para que un policía de tránsito que pase casualmente por allí, la amoneste por obstruir el paso a peatonales. Por si las dudas, piensa en dar reversa un poco, pero cuando voltea a ver el retrovisor, nota muy cerca un carro rojo  con camper alto que le parece extraño. “Ese tipo de rojo ya no se ve” piensa. La luz verde está tardando demasiado. Otra vez el sudor frío y oloroso.

Normalmente habría notado el amanecer en todo su esplendor, se considera de esas personas que madrugan solo para ver el sol asomarse radiante de alguna profundidad misteriosa. Pero hoy no tiene interés en ello.

Presiona el acelerador más fuerte, tratando de perder el carro rojo, el cual continua  pisándole los talones.

A esta hora no hay mucho tráfico, la mayoría de los días son así, a menos que haya algún accidente o anormalidad en la carretera, así que acelera. Acelera y siente que le sudan las manos.

Se limpia el sudor, una mano a la vez para no abandonar el volante. Empuja el pie de plomo hasta el fondo del acelerador…pero en la próxima esquina un carro blanco se le mete de pronto adelante, reduciendo su espacio de frenado. El carro rechina, el camper rojo también frena fuertemente y los bocinazos no se hacen esperar. Bella trata de distinguir al conductor por el retrovisor,  no se ve a nadie. Con el amanecer a sus espaldas, el frente del carro aún está oscuro a esta  hora, en esta temporada del año, eso explica el viajar dentro de la boca de una caverna oscura. En su mente una voz le pregunta si conoce a un tal Julio Cesar Pérez, el nombre suena familiar, pero de dónde…¿o es Chávez?

No es momento de entretener pensamientos casuales, se reclama.

El carro blanco se ha ido a la derecha dejando el camino libre para por fin desaparecer a la vista del camper rojo. Por el rabo de ojo, Bella alcanza a ver el perfil del conductor del carro blanco, se trata de una mujer de edad avanzada con el pelo a los hombros, pintado de rubio, quien sabe porque le parece conocida y peligrosa.

Sonríe momentáneamente aliviada, creyendo haber escapado de algo terrible, un secuestro, una caída a otra dimensión,  a una premonición tal vez, de esas que se aferran a ti como una bestia con las fauces encajadas a la pantorrilla,  pero el sudor frío y oloroso continuaba cuando llegó a la oficina. En el lugar donde normalmente se encuentra a salvo, hasta la pantalla de la computadora está irreconocible y la contraseña de entrada no funciona…no puedo seguir así, esta misma noche haré una cita con el psicólogo, previene Bella, mientras se limpia las manos con nerviosismo.

 

Beatriz Osornio Morales, Hampton, Va. Junio, 2017

imagen de la red.

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DIOSES AMERICANOS

 

“Solo tienes que agarrarlo en tu mente y es tuyo, para tomarlo de ti”

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De principio no estaba muy convencida de que disfrutaría este tipo de historia fantástica, desarrollandose primordialmente en un tiempo presente, con personajes contemporáneos como Shadow (Sombra) un reo que está por salir un poco antes de cumplir su condena por el crimen de robo que su esposa Laura y un grupo de amigos le instigaron a cometer. Una semana antes de la fecha fijada para su salida, Sombra es llamado ante el director de la cárcel, el cual le informa que saldrá de inmediato, debido a que recibieron noticias de la repentina muerte de Laura, su esposa. De allí se desenlazan una serie de encuentros y eventos de Sombra con extraños personajes que le van empujando a mundos suprahumanos.

Con su particular narrativa clarividente, Nail Gaiman, nos permite entrar facilmente en el mundo de este libro, donde es simple asociar a los personajes con la vida real. De tal modo que el lector es parte hasta de sus sueños, paseandose con naturalidad por esas delgadas líneas divisorias entre la realidad y ficción, entre la realidad y el sueño, entre el presente y el pasado, entre lo mundano y otros mundos, entre hombres y dioses.

“Una vida entera en oscuridad, rodeado de suciedad, fue lo que Sombra soñó su primera noche en la casa del lago. La vida de un niño, hace mucho tiempo, lejos, en una tierra al otro lado del océano, en las tierras donde sale el sol. Pero esta vida no contenía amaneceres, solo opacidad de día y ceguera de noche” (…) Recordó aquel momento y lo atesoró, así como recordar la dulzura del corazón de una col, el sabor a tarta de ciruelas, el crujir de las manzanas, la grasosa delicia de un pescado rostizado”
“Sombra abrió los ojos y se dio cuenta que tenía hambre y frío, estaba en un apartamento con una capa de hielo nublando el interior del vidrio de la ventana “su aliento congelado” pensó (sobre el niño del sueño) Trató de recordar su sueño, pero no se acordaba más que de la miseria y la oscuridad”

El tema de los sueños es un tema recurrente en American Gods, lo cual viene bien para aquellos que tengan ese tema entre sus intereses principales, seguro que American Gods es entonces más que una verde llanura para la ensoñación.

“Era un sueño y en los sueños, no se tienen opciones: Ya sea que no haya decisiones que tomar, o ya fueron tomadas por ti mucho antes de que comenzara el sueño”

Así se refiere el autor a los sueños, esas otras vidas que nos toca vivir.

El manejo de los diálogos es otro plus para esta novela contemporánea, escrita, mejor dicho, publicada en el año 2001.

Laura es un personaje fascinante porque tiene licencia al diálogo con Sombra después de morir, a quien ella metiera en problemas legales convenciendolo del robo que lo llevó a prisión, al parecer después de muerta sigue siendo una buena o mala influencia para Sombra, quien la ama a pesar de todo. Ella también ama a Sombra y lo protege en el submundo mejor muerta que viva:

“Oh, no he ido a Chicago en un buen, cachorro, me dirigía al sur. El frío me estaba amolando; pensarías que me vendría bien, pero es algo que tiene que ver con estar muerto, supongo. No se siente tanto el frío, se siente como una especie de… nada, y cuando estás muerto, pienso que la única cosa que da miedo es la nada”

En cuanto a los personajes, el mismo Sombra, tan enigmático es la espina vertebral de la narración, y su relación con los demás personajes forman un perfecto follaje en el árbol sagrado de las deidades, principalmente nórdicas, las cuales se vienen a encontrar en América (Norte) con antiguos dioses egipcios e indús, donde unidos se disputan la nueva tierra con los dioses emergentes. Según la novela, esta tierra es buena para los hombres pero no para los dioses.

Dioses Americanos es un libro excepcional, rico en personajes, la trama es juguetona, tiene sus giros inesperados en los momentos menos esperados. Sentido del humor es algo que no carece esta historia, pero es un humor corrosivo, con el cual Nail Gaiman hace honor a su herencia británica. Así nos muestra directa o indirectamente el concepto o la idea que tiene sobre la ficción.

“La ficción permite deslizarnos dentro de esas otras cabezas, esos otros lugares y ver através de otros ojos. Entonces, en el cuento, nos detenemos antes de morir, o morimos indirectamente, ilesos, y en el mundo más allá del cuento, damos vuelta a la página o cerramos el libro, y retomamos nuestras vidas”

La novela es ampliamente recomendable para aquellos interesados en los aspectos no solo de la ficción, sino en los temas del sueño, la muerte, la magia, la espiritualidad, y la estructura social moderna.

“El tesoro del sol esta en esos momentos en que el mundo hace un arcoiris, está en el momento del eclipse y la tormenta”

Texto y traducción de citas del inglés al español: Beatriz Osornio Morales

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Me Tope con un Beat

 

“¿Big Sur le llaman a esta arena, a estas rocas, este arroyo?”

Un día que visité la biblioteca pública, de esas veces que buscas sin saber lo que quieres, buscas por buscar entre los pasillos silenciosos, y de pronto  gana el bullicio de los títulos, los libros, las portadas cuentan su propio historia. Recorres las letras del abecedario como calles llenas de tráfico que pueden llegar a aturdir. Intentas recordar algún escritor que comience con cada letra, solo reconoces unos cuantos, algunos los has leído, otros no te llaman la atención ahora. El caso es que llegas a la J y casualmente encuentras a James Joyce “Retrato de un Joven Artista” lo tomas. Sigues la ruta, allí está la K y.  entre libros más altos y más gordos que BIG SUR de Jack Kerouac, el tal Beat anuncia su nombre, te suena ¿Jack Kerouac del movimiento Beat?lo apartas. Más tarde encuentras en Big Sur, numerosas referencias a James Joyce, curioso.

 De entre los dos libros, escogí leer Big Sur de inmediato.

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 Jack Kerouac es un escritor norteamericano que nació en Massachusetts en 1922. Vivió gran parte de su vida en New York y San Francisco, así que en el libro existe la dicotomía de elementos urbanos y bucólicos a menudo en disputa. Jack  fue una de las figuras principales de la llamada Generación Beat. Escribió varios libros antes de Big Sur que le valieron el reconocimiento y fama en su tiempo. Entre ellos “On the Road”, el cual él reconoce como el principio de la fama que lo arrastrara a los excesos y abuso de las drogas, más marcadamente el alcohol.

 Big Sur está narrado en un tono confesional, por tanto no tiene pinta de ficción, si acaso un excelente manejo hiperbólico. En la trama Jack decide hacer un viaje del este al oeste, alojandose en una cabaña en Big Sur, California, que le prestara un amigo con el fin de recluirse una temporada en soledad, y tratar de recuperarse del alcoholismo crónico que venía sufriendo. Una especie de búsqueda personal.

 Los primeros días encuentra que la soledad tiene sus propias voces, distintas a los rugidos de la ciudad. Descubre que le gustan los tonos del arroyo que da al mar, las voces de cada rama, allí, a veces la noche está hecha de murciélagos y eso no le incomoda. Lo que incomoda en una cabaña es el tiempo y la niebla, y bueno, una cosa que podría mejorar el presente es que la ventanas tuvieran malla anti moscas y anti mosquitos, así tendría la opción de mantenerlas abiertas en un día cálido, para que entre la luz.

 Como Jack escucha todo lo que encuentra a su paso, incluido el mar que está cerca, se puede decir que Big Sur es un libro auditivo en gran parte. Por su naturalidad narrativa es fácil creerle cuando describe cada sonido, cada sensación, cada idea, cada visión. Yo le creo cuando me enseña las voces de las olas como si distiguiera una de otra, el léxico del río es vasto, las voces de las moscas sumisas al frío, los murciélagos que hacen la noche, hay que creer todas esas maravillas que él a veces llamaba necedades. Pero también hay que creerle a Jack cuando sospecha de su propia locura. Entre los delirios de la adicción y la sobriedad de la abstinencia, escribió religiosamente, transcribió las voces del mar casi por obligación, porque según él, James Joyce ya no estaba, así que alguien tenía que hacerlo. “Y me siento allí, escuchando las olas hablar de un lado a otro en la arena, con distintos tonos de voz: ka bloom, kerplosh, crowsh, ¿Son cuerda los ángeles en todo el mar?” Por esos días su trabajo era escuchar, escuchar en la luz y en la oscuridad, escuchar hasta el hartazgo que lo haría volver aliviado a la cabaña.

 “De hecho siempre es tan maravilloso alejarse de eso, y regresar al bosque más humano, venir a la cabaña donde el fuego aun está rojo, y  ver la lámpara de bodhisattva, el vaso de helechos en la mesa, la caja de té de jazmin cerca, todo tan amable y humano después de ese diluvio allá afuera”

 La parte más difícil del libro es cuando cede a la debilidad de volver al círculo vicioso de la auto destrucción. Vuelve a la ciudad a encontrarse con amigos en cuya compañía no es fácil mantenerse sobrio, con todo lo difícil e insoportable que llega a ser la soledad de Big Sur al final de tres semanas, no se compara con el gran vacío que puede experimentarse con el conflicto de las relaciones humanas. Se convierte en el poeta que bebe hasta la inconsciencia, hasta el delirio y las explosiones mentales que él describe así: “Primero las había visto en Peyote y mescalina, entonces yo habría dicho (cuando aún inocente jugaba con las palabras) -Ah! La manifestación de la multiplicidad, de hecho puedes verla y no son solo palabras, (…) hasta que el alba finalmente llega, mi mente es solo una serie de explosiones que se hacen más estruendosas y más se multiplican en pedazos rotos, algunos de ellos grandes y orquestrales, luego, explosiones de arcoiris de sonido y vision mezclados.”

 Paradojicamente, el aislamiento puede ser tan extremo e insómnico, que empuja tarde o temprano   a buscar desesperadamente refugio en otro cuerpo humano que duerme en el piso.

 “Ahora que Biellie está dormida, tan quieta y pacífica, me pregunto si podré dormir junto a ella, abrazándola. Eso hago, gateo con mi ropa puesta, la cual me puse porque tengo miedo a enloquecer desnudo, o a no poder escapar de repente de todo, con mis zapatos. Ella se queja un poco en su sueño, y continúa durmiendo mientras la abrazo con estos ojos quietos y rígidos”

 Este párrafo es un ejemplo de las muchas alusiones a la muerte en el libro Big Sur, las cuales dan un tinte de necrómago, como sugiere de paso mi amigo Marco Antonio Regalado al respecto.

 En algún momento de delirios y paranoia, propiciados por la abstinencia en un alcohólico,  hasta las palabras que habrían sido su pasión llegan a convertirse en verdugos: “Las palabras que había estudiado toda mi vida, de pronto me han llegado con todas sus más serias y definitivas facturas. Nunca más seré el “poeta feliz” “cantando” “sobre la muerte” y aliados asuntos románticos”

 En la novela, entonces viene un final que yo consideraría feliz por tratarse de un despertar después de largas torturas físicas y mentales, y después de una siesta de gato, o ¿después de morir?  la interrogante apenas sugerida por las numerosas referencias a la muerte a lo largo de la narración.

 Al final del libro viene impreso el poema MAR que nació de todo el dolor de Jack en Big Sur, tras sus días en la cabaña. El poema también trae referencias a Joyce, así que asumo que fue una gran influencia en la carrera literaria de Jack Kerouac, y casualmente me tope con los dos el mismo día. Sobra decir que el poema tiene la musicalidad del mar, así como sus abismos que entierran tumbas. Su musicalidad consiste en el uso de líneas, frases entre el delirio ininteligible del mar, las palabras existentes, y sonidos inventados si no por el mar, por Jack Kerouac

 “¿Alguna  vez le he contado sobre el agua que se junta con el agua?”

 

 

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

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DIBUJO TEMBLOROSO

Sin dedicatoria.

 

De muchas formas has pintado para mí, como presumes tú, o los dos asumimos que yo he escrito para ti en ocasiones.

Podemos asumir cualquier cosa, asumir que esas formas en el vientre de tus formas son mías, y las  líneas incrustadas al contorno de las tuyas, el rubor, el líquido difuminado, y hasta el latido oculto, y seguir asumiendo, movidos por…no sè, quizà un recuerdo de lo que pasó. A juzgar por mi cuenta, dudaría que fuera como lo que recordamos. Esos rostros híbridos entre las manos cambian  sin la mirada.

Ahora bien,   admito tener mis dudas sobre lo que realmente fue contigo, seguramente tú , el tú que tuvo que ver algo conmigo, actualmente recuerda los acontecimientos de otra manera, qué alivio.  La realidad fue distinta a lo que recordamos.

No es lo mismo ver el agua que tocarla. Puedes contemplar la imagen intacta y saber que es tu imagen. Pero solo te reconocerás al estirar la mano, y extraer del fondo de esa imagen de agua, el dibujo tembloroso de mi esencia y beberla.

 

Beatriz Osornio Morales, imagen: Egon Schile

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¿Cómo te Atreves a Elucidar Mrs. Dolloway? O Un Miercoles de Junio.

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Su único don era conocer a la gente casi por instinto, pensó mientras caminaba

 

Ahora puedo decir con certeza que a cada libro le llega su momento. Habíendo leído otros libros de Virginia Woolf, pospusé Mrs. Dolloway intencionalmente, aunque las razones no estaban claras para mi entonces. Finalmente decidí afrontalo y con deleite. Cosiderando que se trata de Virginia Woolf, pero no solamente Virginia Woolf la escritora, ensayista, pensadora universal en la que se ha convertido con el tiempo, sino la Ginia cercana a mi corazón, que se convierte todos los días en la mejor escritora que podía ser, las mismas razones quizá que la han hecho universal, desisto a la idea de hacer una reseña per se. Por unas cuantas afinidades, puntos de vista en a la forma creativa, lo menos que podría resultar de este intento, quizá sea una eulogía, no muy alagadora, espero.

Virginia se ha convertido en un punto de referencia para mí, pero… ¿Cómo te atreves a elucidar La Señora Dolloway? me dije y aquí está la pregunta al aire, sin categorizar el libro.

Puesto que estoy tratándo el libro desde una cercanía quizá peligrosa para una reseña objetiva, usted trate esto como una experiencia de domingo en la tarde, o como el mismo miércoles de junio donde existe La Señora Dolloway.

Es una novela con aliento de continuidad. Más allá de la división de capítulos que para nada ejercen un cambio de voz o escenario predescibles. La aparición de uno u otro personaje puede ocurrir en medio de un párrafo, inclusive a la mitad de una línea. Un libro que además de su efervesencia interor, cuenta una historia en tal forma inteligente, que mantiene atento al lector. Nos desviste el mundo de Clarissa Dolloway, un Londres con relojes, cuyo fin principal es unir a los distintos personajes.

Lo curioso de regresar a Londres después de cinco años, era la forma que esto hacía, aunque fuera los primeros días, que las cosas sobre salieran, como si nunca antes las hubiése visto: Los amantes discutiendo bajo un árbol, la vida doméstica de la familia en los parques. Nunca había visto a Londres tan encantador; la suavidad de las distancias, su riqueza, el verdor, la civilización después de India, pensó”

Es inevitable, al leer el libro, no contagiarse de su efervesencia interior. Está la visión de Peter que se fue y ha vuelto de la India, y anda por las calles de Londres después de saludar a Clarissa, el antiguo amor de su vida. La visión de Clarissa es la visión del que se queda y ha encontrado en esta ciudad lo que da sentido al instante.

Lo que amaba era esto, aquí, ahora, frente a ella. La dama gorda en el taxi…¿Importaba entonces -se preguntó, caminando hacia Bond Street- importaba que ella inevitablemente deba cesar copletamente? Todo esto debe continuar sin ella ¿Lo resentía, o acaso no se convertía en consuelo creer que en la muerte terminaba absolutamente todo? Pero eso, de alguna manera en las calles de Londres, en el estar y flúir de las cosas , aquí, allí, ella, sobrevivía, Peter sobrevivía, vivían el uno en el otro, ella, siendo estaba segura, parte de los árboles, de esa casa así fea, cayendose a pedazos como estaba, parte de la gente que ella nunca había conocido. O ella, allí afuera como una llovizna entre la gente que mejor la conocía, quienes la sostenían en sus ramas como había visto que los árboles sostenían la llovizna, pero se extendían tan lejos, su vida, ella misma”

En este libro se exploran la mente y las emociones, y los sucesos que las propician no son secundarios.

Como había sido tan infeliz ahora ya por semanas, Rezia le daba significado a las cosas que ocurrían, casi sentía a veces que debía parar a la gente en las calles, si se veían bien, gente amable, solo para decirles “soy infeliz” Y esta vieja cantando en la calle “Si alguien viera lo que importa” de repente le aseguraba que todo iba a estar bien. Irían a ver al Sr. William Bradshaw, pensó, su nombre sonaba bien; él curará a Septimus en seguida”

El tiempo de la novela, aunque es la médula principal del libro, en la visión de los personajes es importante a lo largo de su trayecto un miércoles de Junio, por la trama, donde Clarissa Dolloway planea una fiesta, y sobre todo por los relojes, esa cronometría trasciende, termina convirtiendose en un tiempo sin noción de tiempo. Las cosas son otra cosa, el sonido de los relojes, las sirenas de la ciudad solo son una forma de recuperar o conectar a un personaje con otro:

Animado, casi alegremente, el hilo invencible del sonido termina en el aire como humo en la chimenea de una cabaña” Exquisito lirismo de este tipo a lo largo de la novela.

Los personajes a veces son el caso de la frontera, ni una cosa ni la otra, ante la vida de la ciudad y las denigrantes condiciones de la guerra. Como en el caso de Sally Seton, amiga de Clarissa de quien en un tiempo estuviera desesperadamente enamorada, ahora está casada con un hombre, del cual Clarissa piensa que es inferior a Sally. Evans, amigo de Septimus, quien muriera en la guerra y ahora convertido en fantasma que se encontraba Septimus en cualquier parte de la ciudad, Rezia, su mujer a quien había conocido en Italia y ella había dejado todo para estar con él en esta ciudad que no termina de ser suya. Clarissa, la protágonista de la historia, una mujer que parece muy segura de sí misma, pero en realidad, batalla constante mente con sus inseguridades. Los personajes a veces se sienten difusos en la diversidad de la metrópoli. Lo mejor del estilo de Virginia Woolf, es que crea personajes autónomos y sus emociones son propias. Para nada siente el lector que los personajes son manipulados, existen con naturalidad.

Londres ha tragado a muchos millones de jovenes llamados Smith, sin cosiderar fantásticos nombres cristianos como Septimus”

Nadie queda exento a los rigores de la guerra aun en la ciudad“Tan impertinentes e insidiosos eran los dedos de la guerra europea…”

Clarissa es una mujer auténtica con todo y sus inseguridades, y no la mujer superficial que muchos en la novela piensan que es. Ama la vida, ama organizar fiestas, invitar distintos círuculos de la sociedad aunque haya algunos que no la convencen, ama a su hija Elizabeth, a Richard, se extasía ante las flores. Me encanta como es consciente de las deficiencias del gobierno de su tiempo a pesar de que Richard su marido es parte de el.

Una cosa curiosa que me pasó con Clarissa en el libro, es que todo el tiempo estuve viendo la cara de Meryl Streep, oyendo su voz y atajando sus manerismos, supongo que habiendo visto la película de Las Horas antes de leer La Señora Dolloway, es comprensible y absurdo al mismo tiempo, pues se trata de dos distintas Clarissas. En fin, la película es materia de otro tema rico.

En el libro mucho se dice sin decirse, lo cual es un alivio: “No dijo te amo, pero le tomó la mano” de tal forma se van dando las relaciones entre los personajes.

El conflicto entre los humanos y consigo mismos es otro aspecto latente de la novela, si no me equivoco el más importante: “El no quería morir. La vida era buena, el sol caliente, solo los humanos ¿Qué querían?”

El libro termina en el cúlmen de la fiesta, donde Sr. Bradshaw comenta sobre la muerte de un joven soldado, Septimus, que sufría desorden post traumático a consecuencia de ser sobreviviente de la guerra europea, como se refieren a la Primera Guerra Mundial. Siendo este conocimiento, el único encuentro entre Clarissa y Septimus Smith. A ella ¿le incomodó o dolió saber de su muerte como si lo hubiése conocido? Descúbrelo.

Puedo decir que el libro trata de eso que más que contarles, he intentado insinuar, para no arruinarles la lectura, pero eso no es todo. Neil Gaiman dice en un análisis sobre Farenheit 451 de Ray Bradbury, que un libro se trata sobre eso que nos es evidente a los lectores, pero además, siempre se trata de algo más. Yo agregaría que sobre todo sucede con los buenos LIBROS.

Como en el caso de la gente de una ciudad o de un libro, que a veces solo llegan a cruzarse en nuestra vida por oídas, así espero que con ustedes queridos lectores, nos encontremos, si no en la calle, o en el Londres de La Señora Dolloway, en nuestras mentes al margen de la palabra.

Las citas en cursiva son tomadas completamente y traducidas a mi responsabilidad, del libro Mrs. Dolloway, de Virginia Woolf.

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

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Cruzando Fronteras

003-Salvador Dali - the dream of venus, 1939

Naturalmente eran solo recuerdos ¿Cómo podrían ser algo más que recuerdos?

En aquel entonces no te ocupabas de la política; de la doméstica te entendías bajo el agua, bajita la mano como te enseñaron las tradiciones religiosas de la familia. A la política internacional la desdeñabas, sintiendo quizá que si te interesabas en ella, estabas traicionando tu patriotismo arraigado por la experiencia de unidad familiar. Creciste sabiendo por tu padre, que tus ancestros habían sido parte vital de muchos acontecimientos históricos, sobre todo en tiempos de La Revolución Mexicana, eso te hacía sentir orgullosamente rebelde, pero un día tuviste que saber lo que en realidad se necesita para rebelarse de fondo y no solo con palabras, también tuviste que entender que una cosa es aprender historia y otra entender de política aunque vayan de la mano.

Para que le buscaras  el hilo a la política doméstica tuvo que pasar lo inimaginable, ser víctima de un atentado y un corazón roto. La globalización no nos ha dejado otra que poner más atención en la política internacional, que siempre fue la piedra de sacrificio para invocar el mito del patriotismo.

Cruzaste la frontera en una visita al gabacho, y allí supiste lo que sienten los extranjeros en otro país, un extraño frío en la panza, la cabeza a punto de explotar, pero sabías que era solo temporalmente, que un día regresarías al calor de tu hogar. Y aunque te paso la idea de irte a otros países del mundo haciendo el bien,  tus raíces con la madre tierra entonces no te dejaron.

Pasaste años en la inquietud y finalmente te fuiste a vivir al extranjero, fue entonces cuando experimentaste lo más sombrío del abandono en que se convierten los migrantes, dolía como duelen los huesos cuando estas creciendo, como los huesos aprenden a crecer cada noche en el cuerpo, ellos, los migrantes tienen que aprender a crecer en esa otra tierra. No solo habías roto las posibilidades de volver a tu país permanentemente, sino que también habías abandonado la idea de que la religión fuese tu refugio y el motor para esa futura vida. Sin todo aquello, pero sobre todo, sin la presencia palpable de lo familiar, tendrías que vértelas duras para asentar cabeza y hacer vida por tí misma. No es fácil vivir sin que te digan cómo, esa es la más grande rebelión. Rebelarse es vivir sin los parámetros de los que te dicen cómo esto o lo otro, pero vienes de gente con sangre caliente, con gustos picantes, con orgullo cultural, y de una espiritualidad cósmica ancestralmente arraigada, lo sabes. El migrante aunque viva fuera por mucho tiempo, y se vayan remodelando su visión y sus ideas,  sabe que en el fondo  el corazón sigue siempre la misma brújula. El cambio más relevante es que los demás ya no son tan distintos.

Escribir esto puede haberse tratado de un acto de la memoria, pero esta certeza de interés en lo social es de hoy y es auténtico, y qué lindo sería que esos sueños utópicos fueran verdad, ahora que acabas de cruzar otra frontera.

Beatriz Osornio Morales. imagen de Salvador Dalí: El Sueño de Venus

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CAMPANA DE CRISTAL

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En Febrero de este año por fin se me hizo leer La Campana de Cristal de Sylvia Plath, poeta norteamericana contemporánea del siglo XX. Después de querer y por angas y mangas quedarme queriendo, cumplí el deseo de indagar el libro, de disertar en su aire que en inglés “The Bell Jar” me sonaba a jarra de cristal.

Entre otras cosas, leí también algunas opiniones y críticas al respecto. Y entre que si es una novela autobiográfica, o ficción realista sobre la adolescencia y las encrucijadas a las que se tienen que enfrentar los jóvenes, en particular las mujeres al llegar a la vida adulta, o si bien es una novela feminista, un tanto autobiográfica que trata la situación de una joven artista frente al dilema de sus limitadas opciones, la de lo convencional, casarse y tener hijos apostando a perder su lado artístico, o dejarse ir con toda la lucha de la creatividad, renunciar a una vida convencional, rechazar a su prometido y explorar todas las posibilidades como individuo, tanto en lo profesional como en la vida sexual, esto último es expuesto más como una teoría que la protagonista ejercitó solo una vez y con consecuencias horribles, por cierto, pero si escoge renunciar a lo convencional, debe enfrentarse a la soledad y aislamiento. No contaré la trama, lea. Yo me quedo con sus atmósferas.

El principio es un “gancho” tremendo a la imaginación, que poco a poco se va convirtiendo en el mismo impacto, la misma angustia del personaje que lee en cada esquina de New York, la noticia sobre una ejecución en silla eléctrica. De por sí, New York es un escenario perfecto para casi cualquier historia inquietante, y en verano más por los niveles de humedad y calor desquiciados.

Sylvia maneja a lo largo de la novela, una descripción aguda, inusual y detallada de lo que está ocurriendo. Y al mismo tiempo, uno se imagina a la artista cómo va colgando los detalles más inesperados en la trama, uno a uno, como ropa recién lavada en el tendedero, flotan, se airean de la realidad emocional del personaje.

Es sorprendente la naturalidad con que se van distorsionando las visiones de Esther Greenwood, de lo racional e inteligente como una joven poeta que ha ganado varios concursos escribiendo poemas y cuentos , a lo irracional e inteligente hasta el final, cuando la adversidad pone a prueba su sanidad mental y tiene que ser reparada.

Nunca había uno sido testigo tan claro de la postura de un personaje en tiempo presente, un tiempo que recurre a lo largo de la novela, el pasado es apenas mencionado y el futuro, tiene solo una predicción al final del libro, cuando un personaje sometido a tratamientos de electro shocks ve la posibilidad de salir a la calle a tratar de vivir nuevamente una vida normal, lo que es, así como la posibilidad de olvidar, y lo que podría ser, aceptando su realidad de mujer reparada como parte de lo que ella es.

Puedo decir al terminar recién su lectura, que me entretuve infinitamente en observar ese mundo distorsionado pero más claro que el agua. Estuve leyendo con avidez al punto del morbo. Lo triste es que a su término, la convicción más cierta que tengo es que el aire bajo la campana de vidrio, es irrespirable, pero elemental en su dimensión literaria.

Beatriz Osornio Morales, la imagen es de la red.