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Manual para un Día de Lluvia

¿Qué hacer en un día lluvioso?

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  • Levántate tarde. Si te despiertas temprano y escuchas la lluvia salpicar afuera, y los truenos jugando a derrumbarse en las azoteas del cielo, quédate en la cama y duerme.
  • Si dormir es imposible disfruta el concierto.
  • Lee en la cama.
  • Toma tu café allí mismo
  • Inventa un manual personal para un día de lluvia.
  • Escribir en la lluvia trae algo de esperanza.
  • No tengas miedo a los recuerdos que con excusa de la lluvia llegan como fantasmas a posarse en tus piernas, bajo el encanto del agua se tornan amigables.
  • Quédate en pijama, o si lo prefieres ponte tus mejores ropas ¿Por qué no arreglarse para un día de lluvia?
  • Haz el amor a toda hora.
  • Haz el amor con la comida.
  • Embriágate de placer en la piel y en las palabras. Lo único desafortunado es el cielo gris.
  • Observa el río sin nombre por la ventana.
  • Antes de caer, la gentil caída nos recuerda el roce de una seda fina.
  • Las gotas en el río no explotan con ese burbujear hipnotizante, sino que se expanden, se alcanzan unas a otras.
  • Es un acto amoroso la lluvia, las gotas en el río.
  • Reza para que no tengas que ir a ningún lugar, trabajo por ejemplo, y si lo tienes no te preocupes, con frecuencia la lluvia pasa desapercibida en esos casos.
  • Si estás de vacaciones y te toca un día lluvioso, hay juegos de mesa que ayudan a mantener la calma.
  • Haz el amor nuevamente, todo el día.
  • Escucha tu música favorita.
  • Sal, siente la lluvia en la piel
  • Prueba la lluvia, es dulce.
  • Te advierto que recordarás por siempre el olor de la lluvia. Huele a yerba verde, a tierra mojada, huele a sombras.
  • Cuando llueve huele a todas las cosas, incluso el aroma de lo que el sol madura es más intenso.
  • Cuando llueve es el mejor tiempo para amar.
  • Abraza, besa bajo la lluvia.
  • Siente el calor de otro cuerpo bajo la lluvia.
  • Vive bajo la lluvia.
  • Adivina lo que estoy haciendo…

 

Beatriz Osornio Morales. 30 de Julio de 2018. Surfside, South Carolina.

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El Café Está un Poco Amargo

 

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Esta mañana me corren carreteras en el estómago. Su viento inequívoco me advierte las distancias y travesías, dejando en las orillas sus orígenes y sus destinos aparentemente  hoy inalcanzables.

Me corren en sentidos opuestos carreteras nunca derechas, curvas de sol, asfaltos, vuelcos de corazón doblados, velocidades elevadas. Un  viento las hunde y yo las contemplo con el vértigo de las alturas, con el paso de los borrachos me equilibro en esa cuerda invisible, deshojando en la memoria una flor extinta. El café está un poco amargo.

En el siglo 16 la verdad era más verdadera, ahora cada verdad tiene sus verdades y sus mentiras se consideran también verdades a la sombra de las plantas y la amibas.

Es tan extenso el espacio interior que le caben los pasos, los vuelos, los viajes nunca realizados con sus respectivos aromas, se cree que cada palabra es un destino pero solo es una travesía que tarde o temprano se consuma. ¿Habrá palabras que nunca se pronuncian?

Al releer esto quiero arrugar el papel y tirarlo a la basura, sin embargo, simplemente  suspiro ante la pantalla.

Hay que callarse por momentos la tortura del verano.

Estos días largos  incomodan y empujan a la temporalidad de la carne.

La verdad de otros siglos, las palabras, las vías en tránsito, mi estómago,  incluso la curva del sol, todo es absurdo esta mañana. La única verdad probable es que el café está un poco amargo y es rico.

 

Beatriz Osornio Morales.

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Sentirse A gusto en su Propia Piel

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Estos días he pensado en la disparidad del valor que se da al color de la piel en México. Ese falso valor está muy arraigado,  tanto que dirìa yo que reside en el ADN de la historia misma del país. Un ADN alterado drásticamente durante la colonización española.

Si bien antes de la colonización, existía la discriminación por clase social y económica, no existen indicios de la disparidad del valor por el color de piel.

Los españoles llegaron del oriente hechos uno con sus bestias (caballos), y los nativos que una vez habían sido abandonados por su dios principal Quetzatcoátl, el cual prometió regresar cuando el tiempo fuera propicio, y habiendo pensado los nativos que aquel arribo se trataba del ansiado regreso de su dios,  creyeron lo primero que les enseñaron los españoles, a menospreciar su identidad morena. Y no importa después de siglos que la colonia se haya independizado de sus colonizadores, el desprecio por lo moreno sigue controlando secretamente la escala de valores en la sociedad.

Basta que te dirijas a alguno con el adjetivo “moreno/a” para ser linchado verbalmente con acusaciones de racismo. Sin embargo, vas por la calle, entras a los mercados y se escuchan frases como “Pásele güerita” “Páse güero” “¿Qué va a llevar güerita” y nadie se ofende por ello, se toma con naturalidad. Así de disparejo y crónico es este  sistema de valoración.

Tras el reciente triunfo presidencial de Andrès López Obrador, al frente del nuevo partido o movimiento creado por él mismo y que llamó Morena,  Movimiento de Regeneración Nacional, el término morena no sé si fue utilizado con alguna secreta intencionalidad, pudo haberle llamado Partido de Regeneración Nacional sin alterar el concepto ni la ideología, o qué sé yo, y no contaban con que utilizar el término para referirse a los seguidores de morena, habría de ser inevitablemente morenos o morenistas,  y eso podría herir susceptibilidades, o a la mejor si contaban con esto y qué. Esto ha desenterrado un pasado discriminatorio en algunos, y todos los complejos de inferioridad han sido confirmados tras una ola de insultos de partidarios que se ofenden más por dicho calificativo que si los comparan con alguna élite nacionalista enconada y maliciosa en USA. A mí me pasó en carne propia. Me puse a comparar en alguna red social el extremismo (que en muchos casos raya en radicalismo) de los morenos con el nacionalismo de los seguidores de Trump, ni siquiera fue comparar a Lòpez Obrador con el actual mandatario en USA. Lo primero que pensaron es que me refería al color de su piel,  y vaya que no tardaron en aparecer los reclamos y el escarnio de ambos lados, pero se ofendieron más porque utilice el calificativo morenos que por la comparación. Nadie mencionó siquiera la para entonces no tan disparatada comparación, y en cambio sí sacamos involuntariamente una indeseable brutalidad. No puedo creerlo.

¿Será que aun nos sentimos inferiores ante el valor del individuo blanco por el simple hecho de ser morenos? y los blancos ¿Se sienten superiores por el simple hecho de serlo?

No existe auto desvaloraciòn más incomprensible y ridícula para mí. Voy a contarles otro dato curioso en mi experiencia personal.

Mi marido es inglès de nacimiento y cuando recién nos casamos vivimos como tres años en México. Yo trabajaba y él hacía las labores domésticas, incluyendo las compras de mercado a pesar de su limitado español. Al principio llegaba del mercado y me preguntaba a qué se refería  la gente cuando le decían güero “Páse güero” le decían en todos los puestos. Le comenté que quería decir rubio o blanco, y se sintió un poco víctima de racismo; así es, en otros lados no es aceptable dirigirse a las personas por su apariencia física. Entonces le aclaré que en mi país vergonzosamente el término güero no tiene una connotación ofensiva o de inferioridad,  sino de cariño o hasta de superioridad, depende del tono con que te lo digan, y se quedó un poco más perplejo-tranquilo, y no del todo convencido por todas las diferencias que se hacen entre las gentes: nacos, gringos, güeros, chaparros, gordos, pobres, ricos, viejos, etc. ¿No podemos describirnos màs amablemente?

Es posible que los blancos se sientan superiores simplemente por el reconocimiento  de los otros, pero somos nosotros los que seguimos fomentando dicha superioridad al ofendernos cuando nos dicen morenos, prietos, aunque sea entre nosotros mismos, pero  no cuando el adjetivo güero/a es utilizado. Y así, el racismo seguirá fermentando insanamente el ADN de la historia universal.

La belleza y el valor de una persona no radican en el color de la piel, sino en sus características y valores humanos. Hay personas bellísimas de distintos colores y sabores.

Aquí en USA, mucha gente blanca admira tanto la piel morena que le dan un súper valor de calidad saludable. Ellos quieren ser morenos, así que desde jóvenes se van a los laboratorios de bronceado artificial, donde no les queda más que una máscara blanca alrededor de los ojos y quizá las marcas de la ropa interior, pero ellos se siente orgullosos de su bronceado. También se exponen tanto al sol que tarde o temprano, les queda la piel achicharrada y llena de pecas; una piel blanca que se expone demasiado al sol o se amorena artificialmente  a menudo, no tarda en perder su vitalidad natural. ¿Porqué entonces desdeñar nuestra morenidad natural?

A mí me encanta la incandescencia del moreno natural, lo mismo que admiro una lúcida piel blanca en su blancura natural, o una vigorosa piel negra.

Aunque dicen que tarde o temprano el pasado se desentierra y es posible que sea cierto, el asunto de basar el valor de un ser humano en la característica del color de la piel, es un error que estaría mejor  enterrado para siempre en las profundidades cada vez más remotas de la historia, y no en las profundidades del pecho, ni bajo la bella piel negra, blanca, azúl, morena, roja, o morada, donde tarde o temprano e injustificadamente quizá algunas diferencias a veces duelen.

De la brutal desvalorización del racismo y discriminaciòn en Mèxico podemos seguir culpando a la Malinche o a los españoles, pero en realidad ella, una vez que se dio cuenta de que los españoles montados en caballo no eran Quetzalcoátl, que regresaba del  remoto abandono de años en el que dejó a su pueblo, aceptó e interpretó a los extranjeros (tenía el don de las lenguas) no porque ella despreciara su propia morenidad, sino que aprendió a valorar la existencia de otras razas, además le prometieron para todos un dios que no abandona jamás a su gente. Aquí se puede leer un poco màs sobre Malinche : https://etcetreadeluz.blogspot.com/2014/07/malinche.html

Lo cierto es que en la actualidad existe una amplia clasificación de valores en México. De hecho se ha hecho la pregunta para determinar si la venenosa discriminación en todas las denominaciones ofensivas que existen en México, es debido al racismo o al clasismo. La revista en español A+J nos explica en este video a grandes rasgos,  la dicotomía del clasismo y el racismo y el papel que los medios de comunicación juegan hoy en día en su existencia.

https://www.youtube.com/watch?v=mibZVZr-fr8

Martin Luther King Jr, dijo una vez: “Tengo un sueño, que mis cuatro hijos pequeños un día vivan en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter”

Es posible que ese sueño se haya soñado antes por siglos y siglos, pero sòlo Martin Luther King Jr. se atreviò a soñar en voz alta. Y quizà despuès de èl su sueño sigue siendo el sueño de muchos. Yo por mi parte, despuès de pensar y pensar en la discriminación y el racismo,  creo que todas las personas en México y cada país sobre la tierra, de cualquier color e identidad, tienen el derecho natural de por lo menos aspirar a sentirse a gusto en su propia piel sin ser juzgados.

 

Beatriz Osornio Morales. Julio, 2018. Imagen de la red.

 

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Con Asirè y Roberto Bolaño

Luego de leer Los Perros Románticos o  escuchar a Roberto Bolaño hablar de poesía, queda la sensación en las suaves paredes de la piel (que huyen en vano de la pudredumbre), de salir y toparse con dicha poesía,  no la lírica de mujeres en el horizonte, o de rimas algodonadas, sino al bosquejo de la prosa, esa vieja que va en la misma combi que aquel que no posee un auto, o sea yo, esa poesía  que se encuentra en los hospitales y supermercados, entre pirámides de frutas y chiles poblanos y batas médicas esperando en la lavandería; la musa más hermosa que el sol, que lo acompaña a uno en la  patria y el exilio. El problema es que Roberto se nos adelantó en el camino; desenterró a los troyanos para tomar un café ¡Imagínense!

Estoy en eso…de  pronto me cae otro rayo en el pensamiento, donde queda un hoyo negro de orillas resbaladizas, si pones un pie,  el piso se pulveriza, te rascas en el pecho una repentina comezón y te duele el derrumbe; confundes el miedo con adrenalina, tomas un espejo y sonríes porque aun eres joven,  te salen barros en la cara, y así, por pensamientos agujereados desaparecen momentáneamente Los Perros Románticos.

Le reclamas al ocho que  nunca ensayaste lo suficiente un infinito irregular. Inexplicablemente extrañas hacer preguntas. Y solo tienes que darte cuenta que la inclinación de tu caligrafìa, no es la misma que al principio de la página. Te asalta la sensación de una doble vida. La llamas Asirè.

Asirè pregunta. Dice que le encantan las preguntas, esos espacios vacíos que las preguntas dejan en el texto…¿Es la existencia? dice que…mejor dicho, pregunta si todo espacio vacío es un deseo de ser llenado. ¿De qué momento vienes? ¿Porqué no te paras un instante y miras a los ojos por lo menos una vez al día?

Otra vez siento que no sé nada, nunca sé cuando preguntas. Cada pregunta  rebana una puerta irregular en los instantes…entonces me callo para no caer en el juego, pero la maquinaria del tiempo sigue maquinando instantes, y  regresa Roberto Bolaño con su sensibilidad extraordinaria, urbana sensibilidad de niño perdido, dice que leyó poesía desde pequeño, y que su poeta favorito es Nicanor Parra, yo jamás he leído a Nicanor.

¿Por qué no has leído a Nicanor Parra?

Asirè, Asirè… es poco accesible en estas latitudes, ¿Sabes?

Yo no hago preguntas, me anticipo a responderlas. Nací en las fronteras de lo real y la imaginación,  eso es lo mío. A veces cruzamos esas delgadas lìneas, ellas en mi y yo en ellas. No te sorprenda que digan que estoy loca, como Bolaño  a los veinte cuando perdió un país y se encontró un sueño. ¿Qué es la locura Desirè?

El deseo más grande es imposible de llenar, Asirè…Asirè. Sigue tus sueños, dice Bolaño.

 

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Beatriz Osornio  Morales, imagen de la red.

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LA PALABRA EN LAS COSAS

 Como contenedores de la forma, las palabras que definen objetos encierran una vasta simetría de significados, de modo que a veces es difìcil acertar en el uso correcto de la palabra, pero hay una intersección entre la forma real y la forma de significado, donde la verdadera forma del objeto o pensamiento se expresa.
La forma externa del objeto puede ser recta, aguda, sin embargo, en la percepción del mismo la simetría es una esfera total o parcial, una vasija contenida.
Palabras vasijas, tengo vasijas repletas de laberintos como horizontes en los ojos,caminos en los pies, caricias en las manos, fragancias, sabores en la boca. Su volumen es un arco hecho por dos manos que ahuecan su escondite a la música de un espacio. Su forma encierra una vasija completa y una vasija inconclusa. El objeto es y se convierte. La palabra que lo nombra contiene la tensión de lo que ya es, y lo que se hace cada vez que se pronuncia, lo mismo con el espacio contenido.
Una vasija contiene diversas palabras, tantos sonidos como lenguas en el mundo; gracias a ello pueden decirse en distintos idiomas sentencias como estas: «Haré una vasija con el barro de mis manos» «El hombre bebió de la vasija entre sus manos» «Ella ofreció de beber el agua dulce en la vasija que sostenían sus manos» «El maestro bebió la cicuta que trajeron los sirvientes en una vasija de barro» con excepción de la última connotación, son frases nacidas de mirar desde distintos ángulos una misma cosa; la acción de beber. El último entrecomillado llegó a mí de la lectura de los «Diálogos de Platón» respecto a su maestro Sócrates.
 Decir que el espacio contenido en la vasija es el alma de la misma sería exagerar. El contenido se puede sustituir por agua, vino, leche, un soplo, veneno, muerte. Distinto se dice de la proporción del objeto ¿Será esta la esencia del objeto; la materia, la composición química, las características particulares o la funcionalidad de cada objeto?
La esencia del objeto es el soplo que siempre queda en la vasija, aunque esté repleta de sustancias. En ese soplo caben la imagen y la poesía de la vasija.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

 

 

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Reversos (Ùltimas Dos Partes)

 

 

IV

 

New York, cisne de cristal.

En una punta, el océano te nada

manto gris, donde los  titanes

hundidos por un puño blando al

Triángulo de las Bermudas, añoran

otro destino,

en la otra punta, la bolsa de valores vencidos,

vecinos subterráneos de

la Gran Manzana.

 

Ciudad de vidrio y

derrumbes en china town…

arte caro en los museos,

a pesar de los artistas

muertos de hambre…

 

Tu verde central park

florece dos veces por año,

sin tomar en cuenta

los roedores de cañería

ni las tiendas de importaciones,

fortuita mitad;

Floreces también en el otoño.

 

Maravillosa New York…

parecida a tus torres, el Chrysler building

las siamesas, derrumbes

ascendentes y subterráneos;

de ascensores múltiples

e infiernos multiplicados,

así te quiero.

 

 

 

 

V

 

He querido escribir a mister Cole,

escribirle cartas de poesía sencilla;

hablar como si yo también viviera

en un departamento alto

de los rascacielos, contarle

pájaros negros y lobos en los barrios newyorkinos

… decirle que abundan

aquí, como a él le gusta, eso he querido

pero pienso en ascensores

y puentes de vidrio, rotos

por aterrizajes bien planeados….

 

El señor Cole no entendería,

o quizá sí, que vivimos lejos

puerta con puerta.

Leo su libro en la misma planta,

eso lo entiende…

lo que no entendería es

lo que escribo, como lo escribo.

Pensará que solo sé cortar

flores negras de New York,

cómo es posible,

es la ciudad perfecta

para reproducir luz,

pero nuestra complicidad

aflora, nos flota en el aire.

 

Si lo piensa mejor…el poeta pensará

que quiero ir con la mano atada en el bolsillo,

colgando de la horca, y en otro bolsillo,

un grito para

pedir auxilio, pero,  mister Cole,

eso creería el señor

viviendo en las alturas,

nosotros no,

nosotros, usted y yo

presiento que somos disidentes.

 

Mister Cole tiene

unos ojos claros que no dejan ver más

que un New York reluciente,

con unos cuantos pájaros negros,

eso es lo que yo no comprendo.

 

 

Beatriz Osornio Morales, Hampton Virginia, Octubre 2010-Abril 2014. Imagenes de la red.

 

 

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OSCURO BOSQUE

«Narrative cannot sustain formlessness any more than light can sustain darkness»

En este libro de Nicole Krauss, el lector puede encontrar fascinantes aseveraciones con sentido històrico bien utilizados como parte de la trama, no de modo informativo,  un elemento constante en el estilo de narrativa de esta escritora norteamericana.

Podemos identificar dos historias alternas que forman la espina dorsal del libro, èsta a su vez se puede ver en conjunto como una metàfora de la historia judeo Israelì, aunque serìa abusar del atrevimiento creo yo, pero juzgue por usted mismo.

Una de las historias, responde a la pregunta hipotètica ¿Y si Kafka no hubièse muerto cuando muriò, donde muriò de tuberculosis què habrìa sido de èl? obvio, el buen manejo de una narrativa que responde a esta pregunta, no hace la pregunta  sino que entra de lleno a crear una realidad posible en su respuesta, poniendo en duda lo que en la actualidad se sabe sobre ello. Este es un elemento que bien utilizado puede motivar extremadamente al lector a seguir leyendo, ademàs de que  provoca a investigar e informarse màs a fondo sobre el asunto.

Que la protagonista de esta historia sea una escritora norteamericana con raìces judìas, y Kafka un escritor nacido en Praga tambièn judìo  quizà no sea casualidad, por tanto aquì està ya sugerido el tono autobiogràfico. Nuestra protagonista viaja a Israel, Tel Aviv para ser exactos en busca de una historia que contar. Su intenciòn inicial era escribir algo sobre el Hotel Hilton el cual guarda recuerdos de su infancia. Sin embargo, el destino parece haber tenido otra historia preparada para ella.

A su arribo la protagonista conoce a un profesor de la universidad de Tel Aviv, quien dice haber leìdo todos sus libros,  y poco a poco la va introduciendo en una vida secreta de Kafka que el mundo desconoce, esto con el fin de proponerle algo inconcebible, cambiar el conocimiento de un hecho històrico con referencia a la muerte del famoso escritor.

La otra historia soporte del libro, es la de un abogado de renombre fundador de una importante firma en New York. Despuès de una vida exitosa renuncia de pronto a la firma y comienza a deshacerse de sus bienes materiales,  al divorciarse de su esposa de muchos años, con la cual tuvo dos hijas, decide viajar a Tel Aviv.

La noche anterior a su viaje, en la salida de un club nocturno donde espera que le entreguen su abrigo, el cual misteriosamente ha desaparecido,  conoce a un rabino que le revela algo que èl considera realmente ridìculo.

El rabino, que la noche anterior le revelara en aquel instante fortuito,  que la procedencia de su nombre se remonta a la estirpe del mismìsimo Rey David, viaja en el mismo aviòn que èl.

La trama comienza asì y se desenvuelve con el abogado tratando al principio de zafarse de la presencia del rabino, y tratando con un ahìnco excesivo de recuperar su abrigo, el cual contenìa en uno de los bolsillo su mòvil. ¿Quièn no habrìa hecho lo mismo?

De aquì para allà y de allà para acà, con sus giros sorpresivos, estas dos historias alternas se van desglosando,  entre la tensiòn de una y de otra, el lector a ratos se pregunta si los personajes tienen relaciòn alguna, pues se deja apenas sugerido y esto es tambièn una de las mejores cosas de la trama, o acaso se estàn leyendo dos libros al mismo tiempo.

Lo que sì queda claro es que ambos personajes principales se confrontan en algùn momento al oscuro bosque de la historia israelì, donde Kafka y el Rey David son tambièn  personajes principales.

No queda claro si las dos historias alternas suceden en el mismo nivel de un tiempo presente, pero el efecto de paralelìsmo, asì como de sentido històrico,  son logros y talentos que hay que aplaudirle a Nicole Krauss, escritora tambièn de La Historia del Amor, en mi opiniòn uno de sus mejores trabajos literarios.

Los monòlogos que se presentan a menudo entre sus personajes, son realmente profundos por lo que el libro encaja de maravilla en el estilo de la novela moderna.

Les aseguro que en este libro donde se utiliza la metàfora de oscuro bosque para referirse a estas historias que suceden en medio del desierto, encontraràn sobrados detalles poèticos, como el de un perro sin nombre, la actitud de los ciudadanos de Tel Aviv, pequeñas percepciones de los judìos en el mundo,  por nombrar solo algunos.

Un buen libro.

 

«La narrativa no puede sostener lo informe màs que la luz puede sostener la oscuridad»

 

 

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

 

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REVERSOS (Tercera Parte)

 

III

 

Trece años más,   menos

el azar del presente nos une y

nos separa, hermana

urbe y corazón sin vela ni bandera.

 

Una sonrisa nos delata, tú

y yo, hablando lenguas extranjeras;

tú por Ich Being de Ramstein,

yo, por una alquimia

que no rima en las palabras.

 

Creciendo vamos con las putas;

creciendo hermanas

del crimen y el romance,

de la letra que se humilla

por un traveling en Brooklyn y la maternal

caricia de lenguajes, ya ausentes, ya exhaustos.

 

 

 

Beatriz Osornio Morales. Video de YouTube.

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Como En Los Sueños

La Nàusea es sentirse estorbo en la eternidad del tiempo.

Supongo que es parecido  a esas pesadillas informes, cuyas caràcteristicas son imposibles de describir acertadamente. Pero son: 1). Mòviles. Es imposible detener su secuencia a menos que despertemos. 2). Su movimiento es extremo. Va del terror  de lo diminuto a la enormidad aplastante. Son bipolares, del profundo que jala, a la fuerza del infinito que hace desaparecer en la categorìa de las cantidades atòmicas. Lo profundo jala a un punto apenas perceptible pero agudo, nos convierte en centro. Lo contrario ocurre con la altitud donde ese punto central desaparece. ¿Te has sentido desaparecer, dejar de existir?

Existir es sentir la existencia, su dureza entre la solidez de lo demàs, no importa que no se pueda precisar con exactitud el principio, como en los sueños.  El terror nauseabundo es percibir la dureza y el extremo blando al mismo tiempo, ese ser gelatinoso que se posa en la cara, ese vivo escarlata que te devora, ese fluìdo incoloro que es la boca de la oscuridad, ese fètido aroma que carcome la nariz del sueño, ese sueño extremo que te deja sin respiraciòn, te saca el aire como se saca el aire intencionalmente a un globo inflado, ese frìo que te congela la circulaciòn y deja inmòvil el cuerpo, ese fuego que te lanza contra lo imposible, consumido, etèreo.

De niña solìa contraer fiebres màs o menos frecuentemente, de allì los delirios del terror nauseabundo.

Anoche soñè que me habìa salido un abceso atràs de una oreja, crecìa incontrolablemente con la sensaciòn de una presiòn insoportable. Yo lo palpaba con mis dedos y me aterraba sentir còmo crecìa, alargàndose como uno de esos globos largos con que los payasos forman perros y jirafas. En una de esas veces que lo palpaba, presione ligeramente. El absceso se reventò, salpicando una sustancia blancuzca  y viscoza. Yo entrè en pànico y sentì nàusea pensando que se me estuviera drenando el cerebro.

Afortunadamente, en medio del desatino sentì una presencia tratando de bloquear el  absceso para que dejara de salpicar. No la vi, pero porque la presencia me era familiar, mejor dicho su roce, supe que era mi madre tratàndo de aliviarme.

Este pastillaje  de sueños què ¿Son? ¿Soy?

¿Es, Soy, Es? Una pregunta, mil preguntas, quizà eso sea la nàusea existencial.

Los pilares azules de la noche son àrboles, insolentes biòsferas con las que Sartre desatinàba, mejor dicho, Antoine Roquetin. Dice que suelen dejarte callado, se pasan de listos, como los sueños.

Hoy en el Dìa Internacional del Libro, quise hablar de algùn libro en particular, esto no hace justicia a lo que podrìa derivarse de leer La Nàusea de Sartre, pero es apenas un humilde homenaje a esos momentos que pasè releyendo el libro en Febrero de este año. Claro que la alusiòn a Sartre tuvo que ser a mi manera porque todo se parece a su dueño, y porque uno sueña tambièn mientras lee. Espero que disfruten este entre sueño. Feliz Dìa Internacional del Libro

 

Beatriz Osornio Morales, imagen de Marc Chagall.