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Las Ciudades de Adán y Eva II

La extranjera

Un día, a las puertas de Adán se presentó una mujer, refirió venir de tierras lejanas en un lugar llamado Norte América.

Los centinelas no sabiendo qué hacer ante la petición de alojo de la hermosa mujer, llamaron a los jueces. Los jueces vinieron y preguntaron a la mujer porqué quería vivir en la ciudad. La mujer contestó que en una ciudad debe haber edificios parlamentares, leyes, catedrales, rascacielos, puentes y las viviendas están más cerca unas de otras, no como en la mayoría de los suburbios norteamericanos, donde lo que interesa al comprar la casa, es que este lo mas separada posible de la del vecino, y que las ciudades de Norte América están decayendo, a nadie le preocupa la arquitectura, las construcciones son funcionales, cuadradas y rectas.

Los jueces, pensando que la mujer estaba extraviada y se había equivocado de ciudad, preguntaron, si no le importaba vivir en un lugar ruidoso, atestado de posibles crímenes, espacios reducidos, precios altos y enfermedades, muchas enfermedades.

Esta contesto que “No, que la razón principal para querer habitar en una ciudad, es sentirse atraído a mirar los edificios, las distintas arquitecturas, los puentes, cruzarlos una y otra vez hasta encontrarnos en los sueños de otro tiempo, en los sueños de la gente. En una ciudad la vida de los individuos, las panaderías, las tiendas de chocolate, sus fragancias son parte del mismo complejo de una ciudad. En los suburbios no se mira nada, el mundo es disperso, suceden cosas entre las personas, eso es lo que se recuerda, cosas similares a las de uno. Pero la ciudad se descubre cada mañana.

Después de eso, los jueces decidieron intentarlo, hablar con el Marshall para que firmara un acurdo, donde se estipulaban los cambios en el libro regulatorio. Se anexaría un capitulo que declara que “Todo individuo es libre de emigrar”

Acto seguido.

La mujer extranjera sufriendo desilusión al entrar a la ciudad de Adán, y encontrar solo una modesta arquitectura, y habitantes sin ninguna otra ambición que la realidad presente, se fue. Los habitantes de Adán y Eva empezaron a emigrar de un lugar a otro, y las ciudades a crecer la una en la otra. Ciudadanos de lugares remotos también vinieron a contribuir en el crecimiento desorbitado, y a despertar las curiosidades de Adán y Eva, con esto las ciudades se esparcieron hacia otros lugares del mundo.

 

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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

 

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La magia del Momento Literatura Poemas Series

CALIGRAFIAS DE SOL

I

s que peripecia, intento de mano bajo el río

trasiego de oraciones entre rocas.

A murmullo abierto

las sílabas presencian el ahogo del pedregal.

Voces imparables,

quedas piedras,

moldeadas por el agua

copa de luz.

 

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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red

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SOY BARRO

I

Tierra, haz de mi

lo que quieras,

haz de mi el día

o la noche abismo,

amásame la piel

con tu mazo de luz.

Agua, hazme infancia

rodeada de tu abrazo.

Hazme tuya.

 

II

Aire, en la noche de tu suelo

me recuesto mirando

el oriente de tus labios,

donde asoma el amanecer

con su cuerpo de malva,

luz, lamiendo el barro

crudo de la piel,

entre los dedos

la carne se hace fuego.

 

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Beatriz Osornio Morales. imagen de la red.

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Dancer

DANCER (LA NOCHE)

Unas cuantas líneas hacia la derecha, unas cuantas más de regreso a la izquierda, rodeando trazos con los pies, levantados los brazos como alas. Dicen que cuando uno muere, regresa al lugar de donde ha venido. Quizá la memoria se recobra al morir. Eso es lo que sucede porque yo no recuerdo de donde he venido.

Así el asombroso cuerpo de la mujer se repliega una vez más al piso, sin poder explicar cómo fue posible su extravió.

En la mirada de Elba todo parece igual que antes de su última crisis depresiva. Ya solo quedan los borrachos en el bar.

El botón perdido resulta haber estado allí junto al armario, todo este tiempo, escondido entre los pastos de la alfombra que Elba limpia regularmente, con una simetría centrífuga gira toda sobre la punta de sus pies. Recuerda que esta noche debió haber sido distinta a las otras noches, volvió a bailar en el bar de las Luces Rojas.

DANCER (EL DIA)

La mujer de cuarenta y cinco años no se parece a Elba, aunque pretenda ocupar su lugar en el espejo. Lo bueno es que Elba la ha ignorado toda su vida.

Ocasionalmente, la figura descuidada, con kilos de más en la cintura y en casi todo el dorso, se impone a la verdadera Elba, tan delicada que al verla, se tiene la sensación de poder romperle un hueso con la pura mirada. Es una mujer afable, intensa, pero su afabilidad intensa puede durar lo que dura uno en soplar un diente de león. Entonces vienen las crisis, la cara grotesca, sin depilar las cejas, el vello del bigote visible, la piel grasosa en partes y en partes, escamosa, los poros negros sobre la nariz, los labios todavía llenos pero empezando a perder vigorosidad, el pelo decolorado y poco lustroso; es entonces que la gravedad gana en definitiva la batalla de los senos.

A decir verdad, no es fácil pasar la segunda mitad de los treinta, esperando todavía poder encontrar el amor de su vida en una plataforma, inventándole pasos que se cruzan sin darse cuenta, giros. De puntillas la esperanza, abrazada su liviandad al tubo de baile, permanece. Ese instante vago que todos recuerdan bajo los reflectores es la verdadera Elba.

 

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Beatriz Osornio Morales. imagen de la red.

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Una Ciudad de Alas Blancas II

II

Aquí en el cielo raso de este edificio

el aire es fresco, tengo miedo…

el viento se adivina

lleno de pájaros negros,

es duro alcanzar la cuerda invisible

entre los rascacielos, duro,

de no ser por la benda de los ojos

podríamos ver más allá.

 

Dicen que basta con impulsar los pies,

soltarse del cuerpo.

Saltaremos juntos mi reflejo y yo, tú

de edificio en espejo

de espejo en edificio.

 

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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

 

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UNA CIUDAD DE ALAS BLANCAS

“pero dime tú quienes son ellos, esos/ acróbatas un poco más etéreos que nosotros mismos”

 

I

Me considero loco.

Pienso que si nos agarramos fuerte

llegaremos a otra ciudad de alas blancas.

 

Con un poco de suerte

un poco de olvido,

así es más fácil saltar.

 

De un medio día a otra memoria

de una ciudad a otra isla,

de un encuentro a otro

pero solos,

nos llevará el salto

a un signo

de promesa cumplida.

 

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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

Cita de Rainer Maria Rilke