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El pequeño Eric

El pequeño insomnio que me ha estado visitando por meses, bien podría tener el nombre de mi hijo, mi padre, mi madre,  o bien podría llamarse Eric, el bárbaro, como el vikingo…uno de tantos.

Eric es el que más se asemeja a mi insomnio, por la brutalidad de la que es capaz. 

Eric era un personaje oscuro y sanguinario, de complexión pelirroja que descabezaba inmisericorde a sus enemigos, y con misericordia a los de su clase, pero igual de bruto. Uno de sus vástagos sabía lo sombrío que podía llegar a ser.

Eric, éste Eric, tiene los ojos azules y es pequeño, muy pequeño y salvaje,  golpea las paredes de la habitación toda la noche. Se levanta repentinamente del sueño, e inmediatamente y sin abrir los ojos, empieza a percutir la frente, suavemente al principio, con un compás de golpes de pecho, súplica o arrepentimiento. Hay veces que el display me hace llorar de compasión. Otras veces, parece que la realidad no tiene escapatoria, no podemos ya más contra su mano, y el pequeño pañuelo con cloroformo, es un gran asedio. 

Entre tanto, el pequeño insomnio continúa aporreando la pared, cada vez más cerca de la cama. Al escucharlo uno piensa en aquellos vikingos ancestrales, pegándole al pecho, o al escudo en demanda de guerra. Así comienzan las batallas más encarnizadas, y en cierto momento,  en su pico, la pesadilla puede llegar a pulverizarse en un simple sueño del que hemos despertado ya.

B.O.M.

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Ruido de moscas

Pero no caí. Me agarré a una cuerda vieja que colgaba del techo antes de todo. Aún estoy pendiente del más mínimo giro, y del ruido de las moscas, a quienes estoy profundamente agradecida por mantenerme despierta. Sería una catástrofe quedarse dormidos así.

He visto caer cuerpos  desde que ocurrió el colapso, los he visto perderse en el derrumbe, algunos gritando con las pocas fuerzas que quedaban, otros sin tiempo siquiera de despertar.

Quedamos tres aferrados a la cuerda,  esperando que ésta resista el peso. La cuerda quedó atorada en una varilla a la hora del derrumbe. 

No queremos caer al precipicio de los escombros. De pronto, uno de ellos empieza a gritar y a sacudir la cuerda. El verdadero peligro está aquí, en la cuerda de la locura. Yo sigo pendiente del ruido de las moscas.

B.O.M

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El único testigo

Qué terrible pensar en esos ojos, así, fuera de los sockets como estaban, como si los hubieran exprimido del cuerpo inerte, ya fríos.

Roberto salió del bar poco después que sus amigos, Fabían y el Javi, quienes tenían que regresar a la oficina a entregar reportes del día, según se excusaron.

Como aun era temprano, Beto decidió caminar, tomar la ruta larga para compensar el tiempo; se había propuesto en la tarde, pasar una de esas noches locas, y si no locas, largas; no volver a casa antes de la media noche. Pero lamentando que sus amigos le habían aguado la fiesta, pues no le agrada beber solo, y el bar los lunes está casi vacío, se echó a andar sin rumbo fijo, deambulando por avenidas, calles y callejones que él nunca había notado, iba distraído en sus propios pensamientos y algún repentino recuerdo se adueñaba de la noche.

De pronto, junto a una planta que podría ser bugambilia porque su forma se abrazaba a la esquina del edificio, vio un bulto quieto, más oscuro que la sombra que proyectaba la planta iluminada por la luna, como si vaciara un tinaje en el asfalto. Instintivamente, Roberto se detuvo, algo alcanzaba a brillar del bulto inerte, lo cual le produjo un calosfrío que estremeció todo su cuerpo.

Cautelosamente se acercó un poco más, la luna le abrió el paso. Se acercó hasta estar frente a un muerto, literalmente, parecía tener el pelo mojado, pero, pronto, Roberto se percató que la humedad era sangre, y que formaba también un charco en el piso. Entonces, al mismo tiempo que le vio los ojos desorbitados, saltando de sus cuevas, detectó un olor indescriptible, dulzón, como la sangre coagulada, nauseabundo, dio un paso atrás y se alejó lo más rápido posible, dando zancadas alcanzó la avenida que lo llevaría a su domicilio; en el trayecto vomitó dos veces.

Ya en su casa, debatiendo por horas el curso que debía tomar, reportar el hallazgo o quedarse callado, era imposible decidir en esas circunstancias, finalmente, deseando que se tratara de una pesadilla, de la cual, en cualquier momento va de despertar, se quedó dormido.

BUENOS DÍAS!...encontramos ojos por todos lados, en esta imagen surrealista  de Marcel Caram y hasta en el evang… | Surrealism painting, Dali art,  Salvador dali art

B.O.M. imagen de la red.

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Los pasos

Harvard desmonta el mito de los 10.000 pasos al día para estar sanos

Otra vez esos pasos ¿De dónde vienen, a dónde van? resuenan al lado, aunque bien podrían venir de arriba por el eco que hacen y se expande en un cuarto vacío, excepto que…el cuarto no está vacío, estamos los que duermen y yo. La unidad solo es de dos pisos, nosotros estamos en la planta alta, así que arriba seguramente está el techo de cara a las estrellas, el cielo está claro. Los pasos se aceleran, están corriendo.

Respiro despacio tratando de controlar el hipo. Dicen que hay que sostener la respiración ¿Por cuánto tiempo? pero acaso no era eso, ¿era respirar de prisa?. La sostengo lo más que puedo, ya lo he hecho un buen rato,  y el hipo sigue. Por un momento, mientras escribía, pensé que había pasado lo peor, pero el solo pensar en ello, lo disparó de nuevo en una grotesca contorsión, casi me destartala el pecho y me arroja fuera del cuerpo. 

Vaya, los pasos se calmaron…o se alejaron lo suficiente para no ser presentidos. Y pensar que hace un momento, cuando aún estaba en duda de su procedencia, los pasos anexos volvieron a… era cosa de un simple hipo, ahora reina la calma.

B.O.M. imagen de la red.

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El único testigo

Qué terrible pensar en esos ojos, así, fuera de los sockets como estaban, como si los hubieran exprimido del cuerpo inerte, ya fríos. 

Roberto salió del bar poco después que sus amigos, Fabían y el Javi, quienes tenían que regresar a la oficina a entregar reportes del día, según se excusaron.

Como aun era temprano, Beto decidió caminar, tomar la ruta larga para compensar el tiempo; se había propuesto en la tarde, pasar una de esas noches locas, y si no locas, largas; no volver a casa antes de la media noche. Pero lamentando que sus amigos le habían aguado la fiesta, pues no le agrada beber solo, y el bar los lunes está casi vacío, se echó a andar sin rumbo fijo, deambulando por avenidas, calles y callejones que él nunca había notado, iba distraído en sus propios pensamientos y algún repentino recuerdo se adueñaba de la noche.

De pronto, junto a una planta que podría ser bugambilia porque su forma se abrazaba a la esquina, vio un bulto quieto, más oscuro que la sombra que proyectaba la planta iluminada por la luna, como si vaciara un tinaje en el asfalto. Instintivamente, Roberto se detuvo, algo alcanzaba a brillar del bulto inerte, lo cual le produjo un calosfrío que estremeció todo su cuerpo.

Cautelosamente se acercó un poco más, la luna le abrió el paso. Se acercó hasta estar frente a un muerto, literalmente, parecía tener el pelo mojado, pero, pronto, Roberto se percató que la humedad era sangre,  y que formaba también un charco en el piso. Entonces, al mismo tiempo que le vio los ojos desorbitados, saltando de sus cuevas, detectó un olor indescriptible, dulzón, como la sangre coagulada, nauseabundo,  dio un paso atrás y se alejó lo más rápido posible, dando zancadas alcanzó la avenida que lo llevaría a su domicilio; en el trayecto vomitó dos veces.

Ya en su casa, debatiendo por horas el curso que debía tomar,  reportar el hallazgo o quedarse callado, era imposible decidir en esas circunstancias. Deseó con todas sus fuerzas que  se tratara de una pesadilla de la cual, en cualquier momento va de despertarse, pero finalmente se quedó dormido.

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red

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El trayecto-parte final

  

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Ya regresa Lucy, por lo que se ve, el plan improvisado no dio resultados con el viejo. Eso pensamos al verla salir del mostrador con una expresión de pena, parecía habérsele desmoronado el mundo de una vez, pero nos equivocamos, cualquiera que haya sido su argucia le sirvió no sólo para usar el wc, después de todo, tuvo tiempo de levantarse el cabello dorado en una colita de puerco y de retocarse el maquillaje.

  Fue la historia del payaso lo que la ensombreció. Maneja un trailer, se oyen rumores de que anda por la zona, había dicho el indú. No se la habrá creído,  el payaso asesino, el trailer y…la mala sangre del viejo!. Me exaspera la crudeza con las mujeres.

  Qué falta de sentido del humor!. Te jugó una broma. Nos echamos a reír Julian y yo para ver si se le borrara la miseria de los ojos, pero dijo que cerrarían pronto la gasolinera ,  precaución contra el trailer asesino.

  De pronto la broma se invierte, de golpe se nos acabó la risa, cuando vimos entrar un camión de tres vagones y empezar a servirse gasolina… el conductor vestía un overol cuadrado y sucio,  zapatos de plataforma y el cabello era una sombra de afro. No pudimos verle la cara, pero entró al establecimiento del indú. Nosotros supimos inmediatamente lo que había que hacer.

  La desaparición del Altima de Xavier sigue siendo un misterio,   haberse cruzado con la casualidad del trailer y el payaso? . Esperemos a mañana para leer los diarios. El resto del trayecto, también es especulación, sólo diré que ya entrada la madrugada llegamos  a un hotel de carretera. Nos quedarían pocas horas de descanso, pero al menos, podríamos volver a replantear el  trayecto.  

Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red

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El otro lado

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-¿A dónde vas pintadita niña, como payasita?

-¡uuuy!, habla la estilista o qué…

-No es para tanto, el maquillaje te sienta muy bien. Pero podrías bajarle un poco la bastilla a la falda, en una de esas que bailas quebradita se te ven las calzoneras…o a la mejor otra cosa.

Risas.

-¡Ay! pues ni falta que hacen calzoneras. Además dicen que hoy van a tocar corridos, para que ni te rías antes del chiste.

-Ya en serio Marisa ¿A dónde vas?

-Nos invitaron a un reventón en el otro lado.

-¿Con quién vas? y sin papeles.

-Lupe y sus primas, esas sí que son entronas, no como las persignadas y miedosas que abundan, no quiero decir nombres pero estoy viendo una.

-hm, Pues una de dos, los que las invitaron son influyentes o narcos, para pasarlas por la línea así, sin papeles y sin pedo.

-¡Oye tú! no eres mi mamá para los choros, y pa confesiones…los curas.

-No, pos así ni qué decir…

Silencio.

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B.O.M. imagen de la red.

Nota: De la micro novela «Borderline»

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Lo mismo que los zapatos

Ya casi termina noviembre y el Día de los muertos quedó hecho. Yo por razones de tristeza (perdí un ser muy querido a fines de octubre y todavía me atenaza la nostalgia a ratos) perdí la oportunidad de colgar este relato en su momento, pero nunca es tarde, espero que les guste. Si es así, compartan por favor.

Dije que hablaríamos después. Acepto que quizá fue solo una forma de decir que no me importa lo que podamos decirnos. Los problemas parecen más grandes si nos empeñamos en mirarlos con una lupa.

Claro que te creo, no seas tonto niño, pero no está en mis manos intentar arreglar los enredos en los que te has metido con Sofía.

Ella tiene razón, eres un irresponsable. Porque sí, podrías hacer el intento de comprar una casa antes de querer que se embarace.

Parece mentira que traigas eso a cuento.

Pues sí, pero ella es tu prometida. Yo no soy nada. Yo soy… polvo.

Que ¿te importo? …lo mismo que los zapatos a un muerto.

Ya, ya… prende la vela que está muy oscuro. Necesito otro camel.

Está bien, sirve me una copa, a ver si no veo doble, con un bueno para nada es suficiente.

El ebrio eres tú, no creas que no me doy cuenta que se te ha venido haciendo costumbre tomar solo. No me sorprende que… ¡cómo un demonio! te digo que yo no cuento, estoy muerta, pero ya que insistes, habla, soy toda orejas.

Una mujer claro… pensará que si estas en deudas económicas nada bueno le espera contigo, hasta Ergo, mi bolita de pelos está de acuerdo.

Según mis matemáticas, en un año no pagarás esa cantidad…no con lo que ganas.

En seis meses lo ganas, sí, pero no olvides los intereses del banco, ¡ son unos malditos parásitos!

Ella gana y lo que gana es suyo, así son las mujeres. Si no dime, ¿Qué tonta va a querer trabajar para que tú te pongas a gastar como niño rico? Yo por eso no trabajo.

Ya, ya, si tienes tantas dudas ¿porqué no la dejas?

“Hace tiempo que lo venimos pensando”… para qué hacerse pelotas. Es la misma historia retorcida y el sueño.

El sueño que estoy perdiendo contigo. Aquí, ahora, hablándote.

Ya está refrescando, el alba debe estar cerca. Sí, sí, sí, siempre hay lugar para un trasero gordo más en ésta lapida.

Tiende la manta, con suerte algún otro muerto del campo santo no tiene donde descansar.

¿Estas… roncando? ¡Borracho de mierda! Tú dormido y yo hablando sola, con frío y tiritando de insomnio. ¡Pásame la botella!

Beatriz Osornio Morales

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Las cosas como son

Un relato publicado previamente en Solo novela negra:

“Escribir lo que salga, lo que fluya de la mano trémula… escribir con firmeza de suicidio”

Ssh!… llevo noches, más bien traigo encima días y noches sin dormir, abarrotadas compuertas de insomnio en la espalda, hace, hago, hacemos tiempo que estoy sombrío a mi propio juicio. “No quiso hablar de sí mismo, no le gusta” Leo en el libro de mi mujer mientras ella da vuelta a la página: “El único juicio final es el de la espera” Debe serlo, al menos esperar a que la palabra diga las cosas como son, murmuro sin darme cuenta. ¿Qué? Pregunta Irma descansando el libro sobre las sábanas de la cama. –Nada, pensaba en voz alta. –Ah. Irma vuelve a levantar el libro.

Lo que me caga es tratar de decir con palabras las cosas, lo que son las palabras, luego viene el arrepentimiento y la urgencia de cambiar los hechos, de poner fin a la ortografía como poner fin a los vicios políticos del país, pura mierda. La corrupción, la mordida y las pretensiones de un sistema transparente, que lucha por arreglar el descontento social, eso, o algo más. O al menos arreglar asuntitos de familia.

La otra noche vino mi compadre Chucho, dijo que tenía un trato que hacer conmigo –Me quitaron el coche. Lo deje estacionado en la avenida mientras compraba unas herramientas en lo de Don Tito, puse las intermitentes y pensé que sobraba tiempo para echarme un trago en la cantina de Doña Lucha. Cuando regresé, el coche ya no estaba. Los de la tienda de celulares de enfrente, dijeron que vino la grúa y se lo llevó. No me preocupe demasiado porque sé que tú, con una llamadita lo arreglas compadre. Aquí está el trato: Si me ayudas a sacar el carro, nos alistamos el pavo y una de Herencia, tu favorito, ¿qué dices compadre?

Inocentemente, y para no hacerla larga con los trámites burocráticos, llame al oficial principal de Tránsito, estamos acostumbrados a eso, nadie iba a sabotear mi puesto de Director de Asuntos Internos, no por eso. El dio la orden. Mi compadre ya estaba afuera esperando su coche, y sin más, todo quedó allí.

Desde entonces, hay algo que no me deja tranquilo, a pesar de que mi compadre se puso guapo con el tequila y la comadre se lució con el guajolote, y a pesar de que a Irma le hiciera gracia mi solidaridad de burócrata en situación de poder; -No esperaba menos de ti, era el compadre y a la familia no se le abandona en medio de los problemas, imagínate por todo lo que hubiera tenido que pasar, de no haber sido por ti… me haces sentir orgullosa. Luego me cubrió la cara de besos, pero algo, no sé qué sea, ni que fuera la primera vez que lo hago, y tampoco es la primera vez que me atormenta la necesidad del cambio, hay algo, algo que no me deja dormir.

Por si las dudas y sin decirle a Irma, que se las anda queriendo dar de psicóloga, le llame a una vieja amiga. Nos vimos en el bar, y después me invitó a su casa. Hablamos, fumamos, hablamos…Me recomendó escribir. -¿Escribir, qué jodidos quieres que escriba? –Lo que salga, deja que la mano se mueva y verás que acabas encontrando lo que buscas, a mí me ha funcionado. Me paso la mano por los hombros, deslizándola despacio, hasta desabrochar el primer botón de la camisa. –Verás que funciona. Muerde cariñosamente el lóbulo de mi oreja izquierda. -¿Con que funciona, eh?…vamos a ver si es cierto, dije, y la jalé hacia el sillón donde yo estaba sentado, allí acabó la conversación, de la mejor forma.

Los siguientes días trate de escribir, pero como nunca escribo a cerca de mí, no me gusta, la tarea resultó imposible. Decidí volver a lo de mi amiga, otra vez, y otra vez pensando encontrar alguna clave para la escritura que será el cambio, un signo al menos. El único signo encontrado fue su cuerpo, siempre dispuesto, y disponible al olvido; su cuerpo era distinto al de todas las mujeres, al de todas las visitas anteriores. La historia se repitió pero, la realidad siempre gana. No hablo de mí, no me gusta, no escribo de mí mismo. Sin embargo, se necesita una respuesta, un cambio en la vida, es necesario decir las cosas como son, por eso, después de las primeras líneas escritas a medias, busque a mi compadre Jesús Barracuda, y le propuse que se encargara él de la escritura, al fin y al cabo me debía una. Mi compadre, dueño de “Lavado y Encerado de Autos Chucho” siempre fue optimista, cree en el futuro, cree que todo problema tiene solución. Después de su observación: -¡Cómo ha cambiado compadre! Sin ofender, quién diría que Rómulo Palacios, Director de Asuntos Internos necesitaría de este pobre ex mecánico, a veces alcohólico… debe ser el estrés que viene con la importancia del trabajo, pero déjemelo a mí y ya verá como todo se arregla. Enseguida se dispuso a la tarea. Y yo espero saber lo que resulta.

A los quince días se apareció en la casa y me entregó un folder con papeles, en el frente del folder se leía con letras mayúsculas. LAS COSAS COMO SON.

Beatriz Osornio Morales, México. Imagen de la red