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Reversos (Ùltimas Dos Partes)

 

 

IV

 

New York, cisne de cristal.

En una punta, el océano te nada

manto gris, donde los  titanes

hundidos por un puño blando al

Triángulo de las Bermudas, añoran

otro destino,

en la otra punta, la bolsa de valores vencidos,

vecinos subterráneos de

la Gran Manzana.

 

Ciudad de vidrio y

derrumbes en china town…

arte caro en los museos,

a pesar de los artistas

muertos de hambre…

 

Tu verde central park

florece dos veces por año,

sin tomar en cuenta

los roedores de cañería

ni las tiendas de importaciones,

fortuita mitad;

Floreces también en el otoño.

 

Maravillosa New York…

parecida a tus torres, el Chrysler building

las siamesas, derrumbes

ascendentes y subterráneos;

de ascensores múltiples

e infiernos multiplicados,

así te quiero.

 

 

 

 

V

 

He querido escribir a mister Cole,

escribirle cartas de poesía sencilla;

hablar como si yo también viviera

en un departamento alto

de los rascacielos, contarle

pájaros negros y lobos en los barrios newyorkinos

… decirle que abundan

aquí, como a él le gusta, eso he querido

pero pienso en ascensores

y puentes de vidrio, rotos

por aterrizajes bien planeados….

 

El señor Cole no entendería,

o quizá sí, que vivimos lejos

puerta con puerta.

Leo su libro en la misma planta,

eso lo entiende…

lo que no entendería es

lo que escribo, como lo escribo.

Pensará que solo sé cortar

flores negras de New York,

cómo es posible,

es la ciudad perfecta

para reproducir luz,

pero nuestra complicidad

aflora, nos flota en el aire.

 

Si lo piensa mejor…el poeta pensará

que quiero ir con la mano atada en el bolsillo,

colgando de la horca, y en otro bolsillo,

un grito para

pedir auxilio, pero,  mister Cole,

eso creería el señor

viviendo en las alturas,

nosotros no,

nosotros, usted y yo

presiento que somos disidentes.

 

Mister Cole tiene

unos ojos claros que no dejan ver más

que un New York reluciente,

con unos cuantos pájaros negros,

eso es lo que yo no comprendo.

 

 

Beatriz Osornio Morales, Hampton Virginia, Octubre 2010-Abril 2014. Imagenes de la red.

 

 

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REVERSOS (Tercera Parte)

 

III

 

Trece años más,   menos

el azar del presente nos une y

nos separa, hermana

urbe y corazón sin vela ni bandera.

 

Una sonrisa nos delata, tú

y yo, hablando lenguas extranjeras;

tú por Ich Being de Ramstein,

yo, por una alquimia

que no rima en las palabras.

 

Creciendo vamos con las putas;

creciendo hermanas

del crimen y el romance,

de la letra que se humilla

por un traveling en Brooklyn y la maternal

caricia de lenguajes, ya ausentes, ya exhaustos.

 

 

 

Beatriz Osornio Morales. Video de YouTube.

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Reversos (Segunda Parte)

II

 

Se rinde la memoria

a  nuevos horizontes,

incalculables utopías

Donde laten los cristales,

y el corazón es transparente.

 

Quieren los cuerpos verse

abrirse a la intemperie

de sus ojos; despertar

de faunos…frente

a las ninfas de la piel,

nacen  rascacielos

de los ojos maravillados.

 

Después de llover

el cuerpo huele a tierra mojada. La ciudad

se airea con las cabelleras transeúntes

y en La Pequeña Italia,

la radio recobra  sintonía.

 

 

 

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

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Del Ciego Que Midiò el Tiempo en Pasos

 

XI


Te lleno los ojos


                         de invisibles cuerpos…


                ondulando con


             un dedo


tembloroso


                     tu voz,


invento una piel a su luz


en las tinieblas,


                    y es mía,


 tu lengua que alumbra en mí


visionarias palabras:


                                            Es un deleite de amar,


desde el ojo-corazón agónico
del ciego.




Beatriz Osornio Morales,

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Incontables Pasos

Cuando ya no estès

contarè tus pasos ausentes

los medirè con mi dolor

quizà entonces la distancia

se quiebre

y un fragmento

te dibuje el nuevo cuerpo

el garabato de Paz

que te gusta como poema

la parafernalia del cine

es otra cosa

 

Intento entender porquè prefieres

a Spielberg y Del Toro

no son Burton

cuestionamos cada dìa

pero cuando te hayas ido

medirè  tu ausencia de memoria

y quizà entonces me llene de ti

en tus incontables pasos.

 

Beatriz Osornio Morales

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Palabras de Ceniza

Supongo que si de tiempo se trata, este el es tiempo donde existo.

Aunque podrìa ser la conciencia de ello lo que realmente persiste como tiempo.

Hace un momento estaba en ese tiempo.

Te decìa que hoy mis palabras huelen a hojarasca.

Abrì la puerta de atràs y recordè ese aroma olvidado,

sentì el crujir de mis palabras que se desmoronaban en el polvo,

y oì romperse el cuerpo del misterio.

Su aroma es el de las hojas quemadas, y no sè porquè

pensè en los petàlos de las rosas secas que he ido guardando

cada aniversario,

estàn sobre la mesita de las cartas.

 

Las palabras minerales sueñan con ser estrellas,

pero por el aroma sospecho que son cenizas a millones de años luz.

Lo que brilla es la luz milenaria de un tiempo sin memoria.

 

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

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TENGO QUE DECIRTE ALGO

Tenía pensado renacer con el día

asomarme al cementerio del alba

y pensar en ti

En ti que renacías de las aguas

de las mujeres calladas hechas una fiesta

por dentro, sus ojos eran la primera señal

de lo que había bajo la piel de las manos,

y entre la línea de sus carnes más suaves.

Eras experto en mirar donde pocos miran:

su cabello hecho una montaña, cayendo

Puna cascada hacia la red subterránea

donde trenes llenos de niños y tigres

y albatroses emigran;

me cantabas a la orilla de aquel río

en la avenida.

 

Tengo que decirte algo:

Yo hace tiempo que vengo muriendo

con cada noche eterna a cuestas,

muero del olvido a tus alas ausentes;

A ratos imagino que todavía existes

y que con solo pensar el morir se revierte,

 

es posible renacer en el pensamiento

en las pasiones más ocultas

en el deseo que se quiebra

bajo la rama de un árbol.

 

Tenía pensado renacer la mañana

asomada a las tumbas abiertas y

cerradas con las horas del día:

Ahora solo tengo que decirte algo;

Los niños se han peinado ya para la escuela.

 

 

Beatriz Osornio Morales