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De Sus Sueños Literatura Micros Prosa Poética

Encuentros

        Siempre tienes una sonrisa de sueño cuando te veo dormir a mi lado, mientras leo y redimo de algún paraíso de letras una historia un tanto hermosa, sonrisa de sueño. Duermes hacia mi costado derecho, un brazo inmóvil sostiene la hoja anticipada y ese sueño tuyo antes de voltear la página.

        Me pregunto al mirarte de dónde es que le viene tanta paz al cuerpo vertiginoso. La sangre sigue su cuenta de misterios, dispersando las formas de la mente en aluvión, deshaciendo la cordura de voluta en voluta, la congruencia no existe, el conocimiento es delirio, la lucidez del corazón es más aguda en los sueños. Si es que sabes que sueñas, lo que sueñas, cuando sueñas, debes saber que decidí ir a tu encuentro, como a una cita sin concertar, de imprevisto, has de saber que duermo para ir a donde estas tan plácidamente sonriendo. Hasta ya.

        Por la mañana recordaremos lo que hemos estado haciendo toda la noche, o quizá no; de sueño en sueño, entre la lluvia que moja la ciudad iluminada por faroles, o sentados en un parque de fuentes aéreas, corriendo por mitad de la calle para alcanzar el metro juntos, yo con la blusa replegada de lluvia y tú, con la cabellera escurriendo. Y si en esa travesía de seres que sueñan, nos perdemos, si alguna distracción malograra nuestra ilusión de que tú me llamas al sueño y yo te sigo, el amanecer nos traerá de regreso a reencontrarnos en el despertar del día.

 

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de Marc Chagall

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Cuenteando Micros

Dislexia

Nos rodean las cuatro paredes grises de mi cuarto, otros muros rodean las paredes de la habitación, como un juego de cubos metidos unos dentro de otros. En éste juego de cubos, las ondas del sonido se desvían, no importa que hablemos quedo o que gritemos fuerte para hacernos oír, estamos en el centro de un hueco, aun cuando se cree estar frente a la pantalla.

A través de los muros las voces se debilitan y el sentido de las palabras se cruza. Yo ya no puedo con ésta dislexia, éste hablar entre dientes luchando contra mi propia lengua es devastador.

No señor, no es demasiado pedir que abramos las puertas, apaguemos los monitores de una vez por todas, nos sentemos juntos en un sofá con un café vaporizando en la taza. Si eso le parece excesivo señor, usted se sienta en un sillón y yo en otro, pero de frente para que las palabras no se enreden con la interferencia de los muros. ¿Por qué? de tanto no oír, me he acostumbrado a la sordera. No hay como leer el movimiento de los labios.

 

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Beatriz Osornio Morales. imagen de la red

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La magia del Momento Micros Uncategorized

Espejo Triste

¿Te permites demasiada tristeza?

La tristeza no pide permiso, pero tampoco tienes que invitarla a sentarse contigo, a comer, a dormir, a bañarse contigo, mucho menos a que te peine el cabello.

A algunos les funciona estar tristes, ver al espejo y acusarlo de nostálgico, demente, y así van por los días con su traje de reflejo impenetrable. Y no sé porqué los tristes son tan concurridos, la gente los compadece. Ese es solo el comienzo, pronto, el reflejo se multiplica.

En el otoño no me permito estar triste, es demasiado bello. La belleza extrema duele tanto o más que la tristeza así que… elijo la belleza sobre lo triste.

Pero hay cosas, situaciones; una canción, un poema triste que puede también ser bello. El niño perdido en Coco. Algunos buscan un sendero de flores para volver, pero a veces la memoria no florece y ellos son olvidados. El mundo olvida.

He tratado muchas veces escribir sobre el otoño, describirlo detalladamente, pero no hay tristeza suficiente y encuentro que tal acto, tal intento suele achatar la experiencia de lo bello.

No me permito tanta tristeza, solo un poquito para describir auténticamente lo bello. Tienes que ser osado si quieres hablar de eso y renunciar a su experiencia total. Solo así se puede captar la belleza extática. Solo así florece la memoria en el verano y el reflejo deja de ser impenetrable, y los que han partido y estaban perdidos encuentran el camino de regreso a casa.

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.

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Caída

        Esa noche no podía cerrar los ojos al objeto que giraba en lo alto, su giro avanzaba en una caída que se elevó primero para después descender en picada, salpicando el cielo  de una luz amarilla.

        Si Roque viera esto lo tomaría de otra manera. Diría que es una estrella fugaz o un príncipe caído de otro planeta. El estruendo que hace y estremece la tierra, la nube de humo y polvo,  no puede ser de la realeza, ni aquí ni en ninguna otra galaxia, pero habría que ser sordos como Roque, para hacernos los que no oímos el bombardeo, hasta que nos cae encima.

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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

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Interes Social Micros Poemas

Al Despertar

Sacudí el sueño,

al final de la mente

un loco sonríe.

 

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Beatriz Osornio Morales, Imagen de la red.

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Hemisferio Norte

En invierno los pájaros emigran hacia el sur;

mientras los árboles emigran hacia sí mismos.

 

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.

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De Escribir Micros

Virtualidad

La ciega era yo. Y era  ciega el ave detrás del muro del amanecer. En la calle éramos una multitud de ciegos, hablando a la vez de lo que nos imaginábamos que era la luz.

Con frecuencia yo me sentía aturdida en medio de una penumbra irreal, cual nota que una mano desconocida hace al tocar una cuerda rígida. Pero con mis pasos de gota por el teclado, desperté  los avatares que la ciega no podía ver, y ahora imagino también sus pasos junto a los míos. ¿De quién son esos pasos que después son gotas?

Puedo sentir en la sangre la profundidad de su canto, construyendo un tótem de escalas y crepúsculos imaginados que le erizan la piel a cualquiera. Y aquel día gris, que de mi cuerpo volaron insectos en extinción,  es solo un sordo recuerdo. Hoy, de la piel como de una bombilla encendida, emanan palabras y palabras, y las palomas vuelan hasta el otro extremo del mundo donde las gentes pueden ver.

 

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.