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Mi Lado Niño

Lado Niño 2,3,4

Segunda Parte.

21 Classic Car Slug Bugs are cool - vintagetopia

Se ríen de mí cuando digo que los carros tienen luces en las rodillas y en la cabeza las patrullas, por decir una posición. Qué bien se abren las flores del semáforo para que el muchacho de los malabares termine su número y coleccione sus pelotas, las monedas las recibe en la orilla de la banqueta mientras los carros ya avanzan.

Tercera Parte.

 

night

Dicen que las hojas mueren porque es otoño, pero es sólo que doblan la cabeza y se van al cielo. A mí no me gusta el cielo, está muy lejos y está lleno de cosas muertas.

 

Cuarta Parte.

De chico tenía un juego de números como de esponja, sólo eran diez pero los podía uno acomodar de distintas formas para hacer más números. Había dos números que no se podían acomodar con ningún otro número, eran el número libélula y el número pez. Luego crecí y los números desaparecieron. Oí a mis papás decir que los regalarían a una beneficencia; debe ser un lugar pobre con niños chicos que no pueden salir a jugar afuera.

 

Beatriz Osornio Morales. Imagenes de Pinterest.

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Cuenteando De Sus Sueños Literatura Mi Lado Niño

Grande y Pequeño

        Hay una fotografía hermosa en la cómoda de mis padres. Ella lleva un vestido blanco y largo, sostiene un puño de flores también blancas y salmonadas, él la sostiene a ella del brazo. Los dos sonríen. En el fondo hay otras personas con sonrisas y posición de movimiento suspendido. A mí me parece que están bailando, seguro que bailan, si no, ¿por qué vestirían así, él de negro, ella de blanco, su cabello alto y liso, y los demás con ropas extrañas?

        Ayer le pregunté a mi madre mientras limpiaba el polvo de las cosas, si era verdad que en esa fotografía estaban bailando. Se río sorprendida, como si hubiera dado en el clavo, aunque dio una explicación mocha, dijo que se casaron y estaban saliendo de la iglesia, eso fue todo, siguió limpiando. Es que para unas cosas se es grande, como cuando le urgen a uno que se vista sólo, que coma como gente grande, que recoja su cuarto, que ya tienes cuatro años es tiempo de ir a la escuela, que no llores porque eres hombrecito, sí, para unas cosas hay que ser grande, hombre, pero para otras se es siempre pequeño, salir bailando de la iglesia…

         Le quise preguntar ¿porqué no estaba yo con ellos? pero si no me contesto algo simple, mucho menos habría de explicar la ausencia de su hijo en un día tan aparentemente especial. Le pregunté a mi padre. Saldré de dudas si fue con tía Judith que me dejaron para irse a bailar– pensé.

        Y como mi padre habla sólo inglés la conversación fue así:

        Papa, do you remember the photograph on the night stand?

        Which one?

        That one of you and mama in her long white dress.

        Oh yeah, what about it?

        What are you doing there? Mama says you are not dancing…

        Dancing? No! silly Billy…We got married and are coming out of church.

        What is married?

       Ugh! well, it is when two people want to live together, that is how it starts.

        And where was I?

        You?

       I think you left me with a Judith, didn’t ya?

      Hmm, not a bad guess! risas– Of course not! you didn’t exist yet, wait a minute, you did but… you were just a dream.

        A dream!, how can someone be a dream? whos´ dream?

        Mine. –me hizo cosquillas en el cuello– Don’t you think is a good idea to go out and play on your truck?

        Un sueño, no está mal ser un sueño. De momento me convencí. Fui a jugar en la bicicleta con la convicción de ser un sueño creciente. Más tarde me asaltaron las dudas, recordé que cuando mi mamá iba a tener a mi hermano menor, le creció la panza, al principio ni se podía saber que fuera verdad, sólo porque ya no quería jugar conmigo a las luchas y papá se indignaba si yo insistía. Con el pretexto de que tenía un bebé en el estomago, los juegos escasearon.

      Ahora el caso es más complicado, si uno es un sueño ¿acaso se sueña con el estomago?¿porqué le crece el estomago a las mamás? Cuando la barriga ya no podía crecer más, la llevaron a mi mamá al hospital y los doctores ayudaron a sacar el sueño que tenía mi mamá. Dicen que tiene tres meses, a mi me parece que hace mucho tiempo desde que trajimos a mi mamá y mi hermanito del hospital.

       Después de estar largo rato pensando, decidí pedir que alguien me aclarara una cosa.

      Mamá! ¿es cierto que yo no estaba en la foto de la iglesia con ustedes porque apenas era un sueño?

       ¿un qué…quién te dijo eso?

        papá

      Aaah, mira, tu papá tiene razón, no estabas en esa foto y en otras porque eras un sueño…

       Pero no se te ve la panza grande…en la foto!

      A ver,-risas- a ver explícate!

      Sí, tú y papá dicen que uno es un sueño antes de nacer, pero cuando tuviste a mi hermano te creció el tummy. Y cuando me tuviste a mí también, ¿no?

        sí claro.

       ¿entonces?

       ¿entonces qué?

        Los sueños se hacen carne blandita, así –pellizco mi brazo- y crecen en el estomago.

        Aaah, sí , así es…-más risas- a su tiempo algunos sueños crecen, otros nunca crecen. Mi madre me besa en la frente sonriendo y alisandome el pelo.

        Creí que por fin todo estaba claro. Se es sueño, a su tiempo, se hace carne blandita y crece hasta casi explotar la piel de la mamá, pero

       Anoche yo tuve un sueño: estábamos en una tienda buscando un vestido para mamá, ella y yo, clarito la vi alejarse y olvidarme allí solo entre los maniquíes y las prendas femeninas, solo alcancé a ver su vestido morado perderse tras los mostradores de overoles, corrí pero no pude alcanzarla, al no verla más tuve miedo y comencé a llorar.

        Desperté sobresaltado por el sueño, el maldito sueño –no sé bien que quiere decir esa palabra, pero mi mamá la dice cuando está enfadada sí, el maldito sueño de sentirse perdido. Entonces pensé en las conversaciones de ayer. ¡Rayos! como no sea éste sueño uno de los que engordan…

Por qué los niños pequeños dibujan grandes cabezas? | Sonríe Mamá

 

 

Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.

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Mi Lado Niño Prosa Poética

LADO NIÑO

A Kristian y Markos por llenar mi mundo con su magia.

Primera Parte.

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Tengo tres años y medio; juego al fuego que salta en la chimenea. A veces, brinco fuera, y brinco adentro.

Otras veces, cuando brinco me crece una mariposa en los labios y otra en las piernas, luego se van volando. Les he puesto el nombre de los colores. Me siento, doblo las rodillas, las abro y salen más mariposas amarillas, las cierro y las mariposas violetas salen volando, digo azul, la llama crece, roja la risa que frecuentemente me temo se agote, repito el movimiento hasta llenar el jardín de colores.

 

Texto e imagen: Beatriz Osornio Morales

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Cuenteando Mi Lado Niño

EL COMETA

Algunas tardes de otoño, vuelo mi pequeño cometa frente al ventanal del Viejo. Su casa comparte el patio con nuestro jardín trasero, donde mi madre y yo criamos conejos y aves.

Cuando hay buen viento es fácil, el dragón sube casi solo. Pero cuando el viento es escaso la historia es otra: El volantín al principio apenas si sube con dificultad, sin embargo, una carrera intensa alrededor del patio y no tarda en alcanzar el equilibrio, parece uno con el aire.

Al viejo, que reniega cada vez que el dragón choca contra el cristal de su ventana, le gusta vernos jugar a mí y al cometa. Lo he visto observarnos y sonreír (mientras piensa que nadie se da cuenta) bien quieto tras el marco de la ventana, con sus manos apoyadas en el desayunador y sus ojillos acuosos en dirección al jardín.

Una vez dominado el hilo del viento, no hay necesidad de correr. Entonces me paro en el centro del llano, sosteniendo la hebra que nos une a mí y al cometa, giro sobre mis pasos y observo la silueta del viejo, oscurecida por un interior incierto a sus espaldas.

Cuando el viejo se percata de ser observado reacciona con enojo, como si le hubiera caído un cometa de verdad. A mi vez, distraído por la turbación, tropiezo contra una gallina y sus pollitos. El cometa pierde contacto con la línea del vuelo, y allá viene el acróbata a caer sobre un vidrio helado.

El viejo Roque tiene motivos para regañar, pero yo nunca podré abandonar mi cometa de alas policromas, es de una fragilidad sin igual, difícilmente podré rescatarlo de las ramas del rosal dormido, debo alcanzarlo. Ya sé que su cuerpo son sólo unos cuantos palillos chinos en forma de mal dragón, sus alas de plástico, y en total no es algo caro, pero no hay volador más fascinante que mi dragón; el viejo estaría de acuerdo…de no ser tan gruñón.

 

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red

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Literatura Mi Lado Niño

Agujeros Negros

Al pequeño Markos, que desconfía de las semillas de linaza porque piensa que son hormigas en el pan.

He notado en mi pijama roja de rayas un agujero a la altura de la rodilla. La playerita está bien, con George el chango en el pecho, pero ese hoyo en el pantalón no me gusta nadita. Al principio era tan chiquito que no cabía la punta de un índice, yo tratando de explorar el descubrimiento, intente introducir la uña, el dedito, y el hoyo se hizo grande. Cuando mamá noto lo que estaba yo haciendo, no se alarmo ni nada, pero me previno de seguir hurgando disque para no hacer más grande la fisura. ¡Al fin había atraído su atención! Me figuro que algo me jala para ese agujero en la pijama, me asusta que esté allí. ¡Mamá, no quiero esta cosa en la pijama! ¿Cómo se la quitamos?

Mamá dice que las comisuras en la ropa no son de preocuparse, pero ella no sabe lo que puede suceder, lo ha olvidado. Los adultos crecen y parece que pierden la capacidad de ver más allá de la luz visible, cierran los ojos a la oscuridad y no ven que hay cosas allá en el otro lado, una oscuridad distinta a la de cerrar los ojos, son galaxias que atraen a la rotura de la noche. Es como una tierra sin suelo donde desaparecen todas las cosas. Los adultos sólo saben de esa oscuridad bofa por donde meten un brazo, o el cuerpo entero y, creen que pueden ver pero hay oscuridades más insondables.

Ya no uso la pijama roja de rayas, cada vez que mamá intenta ponerme la, hago ruido, doy patadas, desapruebo, es que no quiero esa cosa en mi pijama. Es una lástima porque era mi favorita. Ahora me ponen todas las noches una que cubre también mis pies, para que no sienta frío en las noches de invierno. Esta es de material más grueso, como de lana pero suave, y sin hoyos negros tratando de arrancarme fuera de mí mismo.

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.

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Cuenteando Mi Lado Niño

Hablando con Luciérnagas

                                                                                                A Markos y Kristian

 

Algo de lo más extraño sucedió el otro día en casa. Debe haber sido media mañana. Después de que Brian y yo terminamos de ver nuestro programa favorito de televisión, le arrebate el control y apague la tele, luego corrí a la otra habitación y él me siguió.

-¡Dame ese control remoto! quiero ver más tele- grita Brian.

-No lo haré. ¡Es mío!-

Ultima mente no sé porqué disfruto tanto guasear a la gente, es algo divertido ver como se ponen gruñones, especialmente mi hermanito Brian. Creo que se me ha hecho habito molestarlo, aunque eso puede meterme en problemas, no puedo evitarlo.

-No, ¡es mío! dámelo te estoy diciendo.

Remedo cada palabra que dice y eso lo enoja tanto.

-¡Tómalo si puedes…tonto!- guaseo.

Dejo que se acerque más a mí mientras levanto el control remoto por sobre mi cabeza para que no pueda alcanzarlo. El me empuja y casi me caigo. Siento las teclas suaves del control remoto mientras presiono fuerte, quizá, inconscientemente, trataba de agarrarme a algún soporte.

Josh! -grita Brian.

-Vas a hacer que me caiga-

-¿Josh?- insiste Brian.

-¿Qué?

-Hay una luciérnaga en la casa- responde enfáticamente.

-Sí como no. Estas bromeando, ¿no es cierto?

-¡No, la vi!

-¿Y cómo supiste que es una luciérnaga? digo riéndome.

-¡Aluzó y la vi dos veces!- contesta mostrando dos dedos como orejas de conejo.

-¡Un bicho de luz en pleno día! Son criaturas nocturnas. ¡No te creo!

-¿Qué quiere decir nocturnas? indaga Brian.

-Nocturnas, ya sabes… despiertas de noche y dormidas de día ¿comprendes?

-¡Ah, sí, comprendo!

No podía ver la luz, sólo podía ver un insecto revoloteando y escondiéndose de vez en cuando atrás de los objetos, o en las sombras.

Brian, que es un niño muy listo para su edad (aunque no más que yo, eso es seguro) no sabía cómo hacer que la luciérnaga alumbrara otra vez.

De pronto, se me ocurrió que si presionaba la tecla de encendido del control remoto, una luz amarilla brillaría, -puede funcionar- pensé, así que lo hice y funciono.

Presione la tecla continuamente, y la luciérnaga pareció salir del cuadro de acuarela, de adentro del paisaje y las sombras verde oscuras de los árboles. Se acercó más y más como siguiendo la luz, o quizá respondiendo a una señal.

De la nada estábamos comunicándonos con una luciérnaga. Eso fue genial. Brian quería quedársela de mascota, por horas jugamos con ella hasta que la perdimos en algún lugar de la casa.

Una mañana, semanas después, mi mamá estaba preparando el desayuno y Brian jugaba en el piso de la cocina, cuando oí una especie de discusión:

-¡No pises la luciérnaga!-dijo Brian.

-¿Qué dices?- preguntó mamá.

-¡Mira!

Le enseñó algo en el piso

-¡Es sólo un bicho, cariño! exclamó mamá.

-No, no es sólo un bicho. Josh sabe que es una luciérnaga ¿verdad que sí Josh?- Brian gritó. 

Yo respondí desde donde estaba dibujando un pájaro para mi nuevo libro de predadores: “mamá, un cuerpo de semilla de girasol con una cabeza naranja, es igual a una luciérnaga, dah!

-¡No tiene su linterna encendida!- bromeó mamá.

No supimos  si era la misma luciérnaga de hace semanas,  ni qué estaba haciendo dentro de la casa otra vez. Creo que no era la misma. Alguna vez alguien me dijo que las luciérnagas no viven mucho tiempo. Pero ahora, no sólo una pregunta me agusana todo el tiempo. Para empezar: ¿Qué estaba haciendo dentro de la casa? ¿Por qué en pleno día? ¿De verdad estábamos hablando con luciérnagas? ¿Volverán?

Voy a buscar el control remoto y veremos.

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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.