Luego de leer Los Perros Románticos o escuchar a Roberto Bolaño hablar de poesía, queda la sensación en las suaves paredes de la piel (que huyen en vano de la pudredumbre), de salir y toparse con dicha poesía, no la lírica de mujeres en el horizonte, o de rimas algodonadas, sino al bosquejo de la prosa, esa vieja que va en la misma combi que aquel que no posee un auto, o sea yo, esa poesía que se encuentra en los hospitales y supermercados, entre pirámides de frutas y chiles poblanos y batas médicas esperando en la lavandería; la musa más hermosa que el sol, que lo acompaña a uno en la patria y el exilio. El problema es que Roberto se nos adelantó en el camino; desenterró a los troyanos para tomar un café ¡Imagínense!
Estoy en eso…de pronto me cae otro rayo en el pensamiento, donde queda un hoyo negro de orillas resbaladizas, si pones un pie, el piso se pulveriza, te rascas en el pecho una repentina comezón y te duele el derrumbe; confundes el miedo con adrenalina, tomas un espejo y sonríes porque aun eres joven, te salen barros en la cara, y así, por pensamientos agujereados desaparecen momentáneamente Los Perros Románticos.
Le reclamas al ocho que nunca ensayaste lo suficiente un infinito irregular. Inexplicablemente extrañas hacer preguntas. Y solo tienes que darte cuenta que la inclinación de tu caligrafìa, no es la misma que al principio de la página. Te asalta la sensación de una doble vida. La llamas Asirè.
Asirè pregunta. Dice que le encantan las preguntas, esos espacios vacíos que las preguntas dejan en el texto…¿Es la existencia? dice que…mejor dicho, pregunta si todo espacio vacío es un deseo de ser llenado. ¿De qué momento vienes? ¿Porqué no te paras un instante y miras a los ojos por lo menos una vez al día?
Otra vez siento que no sé nada, nunca sé cuando preguntas. Cada pregunta rebana una puerta irregular en los instantes…entonces me callo para no caer en el juego, pero la maquinaria del tiempo sigue maquinando instantes, y regresa Roberto Bolaño con su sensibilidad extraordinaria, urbana sensibilidad de niño perdido, dice que leyó poesía desde pequeño, y que su poeta favorito es Nicanor Parra, yo jamás he leído a Nicanor.
¿Por qué no has leído a Nicanor Parra?
Asirè, Asirè… es poco accesible en estas latitudes, ¿Sabes?
Yo no hago preguntas, me anticipo a responderlas. Nací en las fronteras de lo real y la imaginación, eso es lo mío. A veces cruzamos esas delgadas lìneas, ellas en mi y yo en ellas. No te sorprenda que digan que estoy loca, como Bolaño a los veinte cuando perdió un país y se encontró un sueño. ¿Qué es la locura Desirè?
El deseo más grande es imposible de llenar, Asirè…Asirè. Sigue tus sueños, dice Bolaño.

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.
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