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Cartas 3

The Paris Review - The Fabulous Forgotten Life of Vita ...

Hannover, de Vita a Virginia, 29 de enero de 1927.

  Trabajaré duro, en parte para complacer, en parte para complacerme, en parte para hacer que pase el tiempo, en parte para tener algo con lo que compensarte. Atesoro tu repentino discurso sobre literatura de ayer en la mañana, una especie de afectuosa despedida, como un Polonio a Laertes. Es más que una verdad que tú has influido intelectualmente en mí infinitamente más que cualquier otra persona, y por eso te amo, y siento endurecerse mis músculos.

‘Il poeta e un’ artiere’

Che al mestiere

Fece i muscoli d’acciaio .’

   Sí, mi Virginia muy querida, estaba en una encrucijada en el momento justo en que te conocí. ¿A ti te gustaría que yo escribiera bien, o no? Y yo detesto escribir mal –y haber escrito tan mal en el pasado. Pero ahora, al igual que la Reina Victoria seré buena. ¡Diablos! Desearía que estuvieras aquí –el grupo de potros da brincos con ímpetu. Envíame cualquiera de tus papeles y envía “Sobre la lectura”. Por favor. Espero que mis cartas te lleguen rápido y pronto. Dime si escribo demasiado a menudo, te amo.

Texto e imagen de la red

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Bipolaridad Social

     Desde mi terraza pensaba en la temperatura del día, disfrutando de respirar el tierno amanecer y un café caliente. El frío y el calor, de un extremo a otro. Yo estoy en medio. Sin embargo, la precisión de esos dos extremos es subjetiva ¿En qué punto específico se define el frío o el calor?

     Luego pensé en lo tibio, lo bien que se está aquí, lo bien que se siente la neblina, o el vaporcito del café, un beso de mariposa, un pestañeo en la cara, una sábana tibia para aliviar los efectos de la anestesia o la pérdida de sangre. Quien quiera que haya experimentado algo de eso, sabrá que la tibieza es la temperatura perfecta, la más tolerable y hasta bienvenida para los humanos.

     Ahora bien, es comprensible que ante la palabra “tibieza”, nos venga en mente aquello de “me repugnan los tibios”. El caso es que de pronto, esa conexión explica de igual manera la bipolaridad social que existe en la actualidad, y que quizá sea una bipolaridad sistémica que ha existido desde hace siglos. A lo largo de la historia se han ido creando sociedades bipolares, enfermizas ¿por qué? En la biblia se encuentra el verso del Apocalipsis que narra: “`Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Ap.3:16. Eva Perón, en su apoyo y divulgación del peronismo,  utilizó mucho esa frase para enfatizar el nivel de fanatismo que debe existir en los aliados para ser considerados aliados, de otro modo, asquean y más valiera ser enemigos: “ Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, los peronistas a medias, me dan asco. “ Cita de El ciudadano.com a 101 años del nacimiento de Evita Perón.

     Y así, a lo largo de la historia universal, nos vamos encontrando con situaciones y dramas sociales que pareciera no dejan espacio para la templanza, o el equilibrio. Estamos siempre a extremos unos de otros, tristemente.

    Piensa en el arte como algo que ejemplifica (al menos en apariencia) el valor de la bipolaridad, puesto que es casi siempre una especie de chispazo, según algunos,  lo que detona el momento creativo. ¿De verdad es así?

     Se nos ha hecho creer que un genio o un artista, es un afortunado bipolar, a quien de repente se le ha prendido el foco para crear algo, como si la disposición, preparación , el conocimiento y el trabajo  no contaran en la creatividad.

     Yo te digo por experiencia propia, que por más momentos creativos que tenga, por más chispazos y prendidas de foco, si no hago el trabajo de narrar,  el trabajo de lenguaje, en el caso de escribir, tras el primer trago o el primer bostezo, aquello habrá quedado en el olvido, otros chispazos se cruzan, una comezón, o un problema en turno, harán desaparecer la primera intensidad, por lo que sin trabajo no hay texto, no hay poema. Si se le pregunta a un diseñador de modas sobre lo que toma el proceso de un nuevo diseño, quizá se ahorre decirte sobre los múltiples intentos, los borradores tirados a la basura, los ajustes de línea, qué sé yo. Igual que un artista, no va a enumerar la cantidad de bocetos que le costó cada obra. 

     Así que podríamos decir, que entre intentos se va templando la temperatura del momento creativo, por lo que al final queda la temperatura perfecta, la más tolerable, la más cómoda para la subsistencia humana.

Cada uno crea como sabe, como puede, como quiere. Pero últimamente he visto en la red, algunas afirmaciones que me hacen sonreír, como lo de que hay que hacer las cosas con ovarios, con huevos, o cojones, como lo prefiera, ¿y por qué? uno es libre de hacer las cosas como le venga en gana. Haga lo que haga, no se deje vituperar, usted sabe lo que quiere hacer y cómo lo quiere, lo demás es cuestión de temperatura y temperamento.

Puedo hacer una barbacoa en la terraza de un piso?

B.O.M. Imagen de la red.

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Entre nosotros

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Había luz entre nosotros…una luz parecida a un pensamiento, enjambre de abejas, el revoloteo de mariposas en el estómago, un pez que roza las aletas contra las algas.

Había luz, es todo lo que sé. Esa luz quebró la distancia, los fueros y la responsabilidad. 

Aquí guardo algunos fragmentos de luz.. Su presencia es también sonora y refleja una  multitud de las caras de la casa; el candelabros pendiente del techo, un escritorios, una esquinas de ventana por donde entran pedazos de árbol y hojas de cielo, apenas se distinguen. En otro fragmento se observa la parte inferior de la mesa patas arriba, nadando contra el techo, en otro pedazo, la luz me flota, mi cuerpo rebota contra el ricochete de los reflejos.

De pronto, todos los reflejos se revuelven en mi cuerpo hecho pedazos. Estoy en todos los reflejos, no estoy en ninguno. Soy y no soy: Son reflejos que la luz que hay entre nosotros, cada vez más débil, refleja contra la nada, la nada dividida por el ruido que hace el rompimiento, la nada que irrumpe por obra de la distancia, la nada hecha trizas por ti y por mi en un abrazo.


B.O.M. Imagen de la red.

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Desechos

No voy a disculparme por la falta de una barredora de sueños. Hace como dos semanas que no pasa por aquí. Los restos de la noche se acumulan amontonados por allí en las esquinas de las calles, entre el olor a orina,  los sueños y las pesadillas, arrastrados por el viento del día, se van enredando a los desechos del ensueño y la lujuria, a las firmas de contratos,  a las llegadas tarde y  las nunca llegadas, pegándose a la mejilla hormigueante del beso. Ah! el beso… se ha quedado atorado en la manga del saco de un borracho. El tren a Ixtapaluca se acerca,  parece que viene a tiempo.

Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red

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Alicia años después del país de las maravillas

Alice in Wonderland [2010] - IGN

Llegué de trabajar a las 2:30. El estaba sentado en el sillón con un vaso de agua y hielo, más hielo que agua.


Dijo que no hacía mucho había terminado de arreglar la puerta de la barda en la parte de atrás de la casa, por donde estaba el pasadizo. Recién terminaba, dijo.


Asumí que no era tan recién, pues estaba vestido con ropa normal, no de trabajo, lo que indica que ya se había bañado, y por el olor en la cocina, había comido. Dos rosquillas con queso…dijo.


Luego saltó al tema de las botas… mis botas cafés. Cuando entró de arreglar la puerta, se topó con unas botas que parecían listas para tirarse a la basura, para llorar. Entonces ví las botas relucientes.


-No soporto ver una persona con los zapatos sucios, dijo- Eso lo sabemos los dos. Yo lo sé y sentí un poco de pena ante el nuevo lustre de las botas.


Le agradecí que las haya limpiado, al tiempo que sonreí divertida por su intolerancia, ¿o es amor?


Más tarde me sentí eufórica no sé porque, fue como pasar de una realidad a otra más emocionante. Analicé un poco y una parte mía insinuaba que era buen augurio, intuición de que algo bonito iba a ocurrir nuevamente. Otra parte de mi, me previno de confiar en esos arranques que a esta edad podrían ser trampas hormonales. La vida nunca es lo mismo después de Wonderland.



Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red

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Estoy pensando

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«La enfermedad viene de lejos» J. Sabines

Estoy pensando mucho rato, estoy demasiado, pienso…

Pensar los días uno tras otro, así se te acabará la vida, sin vivir, puro pensar. Consumiéndose poco a poco, como una colilla de cigarrillo encendido, pensar, aventarla al piso, lo más lejos posible, pienso. O recogerla y fumar,  así se acaban los días en puro pensar. Pensaba.

El profesor de inglés es nuevo, su asistente alemana de sonrisa clara, un salón de clase frío, los chicos haciendo ruido, y yo, solo pienso lo que pienso, sin vivir la vida.

Estoy pensando mucho rato, estoy, estaba.

B. O.M imagen de la red.

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Con Hemingway

Estuve a punto de detonar la muralla del silencio, luego, la duda.

Leyendo a Hemingway dan ganas de escribir distinto, un poco sobre la línea, desde arriba, desde afuera, hacia allá, o hacia acá, con un estilo hiperrealista, pero, (sin quejas) hay tan poco aquí. He estado mucho tiempo en este lugar,  lo que hay parece poco, las cosas están siempre calladas, mudas. Lo que yo pueda decir de mi banco frente al espejo, de pronto carece de importancia, es irrelevante, necesita una trama, ser parte de ella. 

Ojalá ocurriera algo qué contar para levantar este escenario desde dentro. Quizá lo que necesito en este momento es imaginar, imaginar que las cosas (mis cosas) tienen algo que decir, y que yo tengo la disposición de escuchar y escribir, practicar la descripción realista, como Hemingway.

Mejor aún, hay que salir con todo y sin titubeos (son muy feos), asomarse a la puerta, sentir el fresco de la noche en la cara; todavía iluminan las luces encendidas de navidad. El año ya pasó. Es año nuevo, y el corazón late con una extraña anticipación distinta a la de cada año.

Vencida la duda, el silencio se derriba en estallido de cristal. Al caer, las luces van reflejando los instantes de un nuevo sonido, las risas y  el chocar de los vasos en el brindis.

Brindis - Banco de fotos e imágenes de stock - iStock

B.O.M, imagen de la red

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Desde el naufragio 1

Ya perdí la cuenta de los días y noches de naufragio que he pasado en esta balsa, navegando el mar con la mirada al cielo. Para no caer en completo desaliento, me digo que son seis días y cinco noches de firmamento estrellado, sin memoria. Voy solo, hablando a ratos para reanimar las palabras que parecen ir muriendo al hacerse innecesarias. Callado lo más de la travesía, pero callado sólo por la lengua; en el interior del hombre áspero de barba crecida en el que me he convertido, con la piel quemada por el sol y el reflejo de las aguas atroces, que salpican de sal la marea en mi pelo, en el interior de ese ser cada vez más extraño, miles de conversaciones suceden; algunas conversaciones pertenecen a tiempos distantes entre sí, pero dentro de mi mente, los diálogos se van erigiendo como sistemas de vialidad urbana, cruces elevadizos, y anillos de vías emergentes, extendiendo sus dimensiones al placer silábico de las palabras hasta que nos vence la fatiga.

Las olas chocan contra mi barca perdida, y yo les aprendo ese lenguaje de energía marítima. Aprendo del mar donde naufrago. Con el tiempo, las olas y yo hablamos un solo dialecto, ya sobre la proa, junto a la Gorgona del viento que sopla su sueño polar de mejillas regordetas, ya sobre el timón imaginario, roto y reemplazado por un par de remos, entre los salvavidas de viajeros ahogados que el mar siempre recuerda. Hablamos largas conversaciones el mar y yo.

Cuando hablamos el mar y el yo que olvidó su dialecto, el extravío y la soledad ya no asustan.

B.O.M. imagen de la red

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Instinto fugaz

  El cerebro humano es tan rápido en su funcionamiento, que la formulación de reacciones aparenta ser fugaz instinto,  conforme surgen los versos, su elasticidad dual acaba en narrativa. Este post por ejemplo, era el final de unos versos que tenían que ver con la memoria, venir a ver en lo que acaba el final de un principio.

        Uno mismo no se da cuenta muchas veces de cómo pasa la mente de un pensamiento a otro, el asunto es que no entendemos cada función del mismo: Puede uno estar moviendo la mano sin pensar que lo está haciendo, o estar parpadeando, el corazón latiendo sin que uno sea consciente. 

     No se necesita la conciencia para respirar, gesticular o hacer uso del cuerpo, el cerebro, una parte oscura se encarga de ello ¿No es para sentirse traicionado o indefenso ante un desconocido? Tal es la naturaleza. Nunca lo viví más claro que durante los embarazos, todo ocurre silenciosamente en el cuerpo de la mujer, sin embargo, es allí donde se experimenta un algo, alguien debe estar a cargo de lo que sucede, se experimenta una presencia como recompensa a la soledad en la que nacen los hombres.

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.