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LA PALABRA EN LAS COSAS

 Como contenedores de la forma, las palabras que definen objetos encierran una vasta simetría de significados, de modo que a veces es difìcil acertar en el uso correcto de la palabra, pero hay una intersección entre la forma real y la forma de significado, donde la verdadera forma del objeto o pensamiento se expresa.
La forma externa del objeto puede ser recta, aguda, sin embargo, en la percepción del mismo la simetría es una esfera total o parcial, una vasija contenida.
Palabras vasijas, tengo vasijas repletas de laberintos como horizontes en los ojos,caminos en los pies, caricias en las manos, fragancias, sabores en la boca. Su volumen es un arco hecho por dos manos que ahuecan su escondite a la música de un espacio. Su forma encierra una vasija completa y una vasija inconclusa. El objeto es y se convierte. La palabra que lo nombra contiene la tensión de lo que ya es, y lo que se hace cada vez que se pronuncia, lo mismo con el espacio contenido.
Una vasija contiene diversas palabras, tantos sonidos como lenguas en el mundo; gracias a ello pueden decirse en distintos idiomas sentencias como estas: «Haré una vasija con el barro de mis manos» «El hombre bebió de la vasija entre sus manos» «Ella ofreció de beber el agua dulce en la vasija que sostenían sus manos» «El maestro bebió la cicuta que trajeron los sirvientes en una vasija de barro» con excepción de la última connotación, son frases nacidas de mirar desde distintos ángulos una misma cosa; la acción de beber. El último entrecomillado llegó a mí de la lectura de los «Diálogos de Platón» respecto a su maestro Sócrates.
 Decir que el espacio contenido en la vasija es el alma de la misma sería exagerar. El contenido se puede sustituir por agua, vino, leche, un soplo, veneno, muerte. Distinto se dice de la proporción del objeto ¿Será esta la esencia del objeto; la materia, la composición química, las características particulares o la funcionalidad de cada objeto?
La esencia del objeto es el soplo que siempre queda en la vasija, aunque esté repleta de sustancias. En ese soplo caben la imagen y la poesía de la vasija.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.

 

 

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Como En Los Sueños

La Nàusea es sentirse estorbo en la eternidad del tiempo.

Supongo que es parecido  a esas pesadillas informes, cuyas caràcteristicas son imposibles de describir acertadamente. Pero son: 1). Mòviles. Es imposible detener su secuencia a menos que despertemos. 2). Su movimiento es extremo. Va del terror  de lo diminuto a la enormidad aplastante. Son bipolares, del profundo que jala, a la fuerza del infinito que hace desaparecer en la categorìa de las cantidades atòmicas. Lo profundo jala a un punto apenas perceptible pero agudo, nos convierte en centro. Lo contrario ocurre con la altitud donde ese punto central desaparece. ¿Te has sentido desaparecer, dejar de existir?

Existir es sentir la existencia, su dureza entre la solidez de lo demàs, no importa que no se pueda precisar con exactitud el principio, como en los sueños.  El terror nauseabundo es percibir la dureza y el extremo blando al mismo tiempo, ese ser gelatinoso que se posa en la cara, ese vivo escarlata que te devora, ese fluìdo incoloro que es la boca de la oscuridad, ese fètido aroma que carcome la nariz del sueño, ese sueño extremo que te deja sin respiraciòn, te saca el aire como se saca el aire intencionalmente a un globo inflado, ese frìo que te congela la circulaciòn y deja inmòvil el cuerpo, ese fuego que te lanza contra lo imposible, consumido, etèreo.

De niña solìa contraer fiebres màs o menos frecuentemente, de allì los delirios del terror nauseabundo.

Anoche soñè que me habìa salido un abceso atràs de una oreja, crecìa incontrolablemente con la sensaciòn de una presiòn insoportable. Yo lo palpaba con mis dedos y me aterraba sentir còmo crecìa, alargàndose como uno de esos globos largos con que los payasos forman perros y jirafas. En una de esas veces que lo palpaba, presione ligeramente. El absceso se reventò, salpicando una sustancia blancuzca  y viscoza. Yo entrè en pànico y sentì nàusea pensando que se me estuviera drenando el cerebro.

Afortunadamente, en medio del desatino sentì una presencia tratando de bloquear el  absceso para que dejara de salpicar. No la vi, pero porque la presencia me era familiar, mejor dicho su roce, supe que era mi madre tratàndo de aliviarme.

Este pastillaje  de sueños què ¿Son? ¿Soy?

¿Es, Soy, Es? Una pregunta, mil preguntas, quizà eso sea la nàusea existencial.

Los pilares azules de la noche son àrboles, insolentes biòsferas con las que Sartre desatinàba, mejor dicho, Antoine Roquetin. Dice que suelen dejarte callado, se pasan de listos, como los sueños.

Hoy en el Dìa Internacional del Libro, quise hablar de algùn libro en particular, esto no hace justicia a lo que podrìa derivarse de leer La Nàusea de Sartre, pero es apenas un humilde homenaje a esos momentos que pasè releyendo el libro en Febrero de este año. Claro que la alusiòn a Sartre tuvo que ser a mi manera porque todo se parece a su dueño, y porque uno sueña tambièn mientras lee. Espero que disfruten este entre sueño. Feliz Dìa Internacional del Libro

 

Beatriz Osornio Morales, imagen de Marc Chagall.