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Abstracto


¿Es posible llegar a un punto abstracto de la vida? Si es posible, debe ser ese momento donde el paso se nos detiene en seco, de golpe, como si una fuerza invisible jalara hacia adelante y otra hacia atrás, quedando solamente las laterales despejadas, sabiendo que no podremos ir hacia la izquierda o la derecha, antes de liberarnos del alto total que producen dos fuerzas, que se encuentran y rechazan al tiempo de hacer coalición. La materia puede despedazarse si la intensidad del choque es extrema, la energía del ser saldrá volando en añicos, como un vidrio hecho trizas.

Con la energía dividida ¿Seguimos siendo lo que somos, seguimos siendo?
En este momento tengo la sensación del vidrio roto, pero quizá solo sea cuestión de física. Por lo pronto, queridos lectores, dejo este lienzo abstracto, hasta recuperar mi unidad creativa y el cielo se despeje.


Beatriz O. Imagen de la red.
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Labios inhóspitos

Cuando estés ausente
lo que hay que hacer 
es voltear y mirar, 
que estas conmigo
de labios inhóspitos, palabra.

Los hombres leen, al azar
trasiegan aureolas,
pero el halo de una llama oscura
anticipa el paso de los pies,
avanzan a ciegas
en la hoguera,
sobre las piedras desaparece,
avanza la periferia de la desolación.

Tus pasos se sientan a llorar;
siguen siendo tus pasos
perseguidos,
hasta desembocar en los litorales
del rocío,
humedecidos labios inhóspitos,
tus pasos, devorados;
palabras en mi boca.

B.O.M. imagen de la red.

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Momentos Críticos

Sobre Carta a un Joven Poeta de Virginia Woolf

Entonces Virginia insiste en el asunto ese de Carta a un Joven Poeta. No sé bien en qué fecha de 1931 empezó a mencionarlo en su diario que estoy leyendo ahora. El caso es que para 1932 (Enero y Febrero) ha insistido varias veces, y me picó la curiosidad.

Recurrí a la búsqueda en línea y encontré una versión en inglés que anota ser publicada por Hogar Press en 1932. Los preámbulos, el tono de los preámbulos que utiliza Virginia Woolf en esta “carta” son los del analítico, nada de paternal o maternal como se esperaría que utilizara un experto hacia un principiante. Incluso a ratos, el tono es descorazonador y hasta desdeñoso.

Las últimas dos partes de la carta que constan de dos tupidos y extensos párrafos, el tono y contenido se sienten más conciliadores, incluso, cándidos. En esta parte Virginia admite que no comprende algo concreto en la poesía moderna, sin embargo, reconoce los valores de lo sugestivo, en cierto modo, lo creativo de querer el poeta exteriorizar ese mundo abstracto que solo él ve dentro de sí. No siente ella que ese mundo haga eco en el mundo de la realidad exterior, o que no ve ella ninguna referencia entre ese abstracto y excitante mundo interior del poeta, con el mundo exterior del lector común. En eso ella encuentra una de las cuarteaduras o fisuras más peligrosas de la poesía moderna. Y aconseja al joven poeta a aprender a ver también hacia afuera, a escuchar a la señora x, o al cuate aquel, ella, y los señores, es decir, poder ponerse en el lugar de cualquiera a la hora de escribir. Me parece buen consejo. Saber que la realidad tiene muchas caras, voces o matices, solo puede enriquecer todo acto creativo.

Lo que hallo difícil de tragar, es la ya sea pretendida o auténtica arrogancia con que los narradores, entre los cuales se encuentra ella misma, desdeñan las bases y la forma de la poesía, no sé si es desdeñar, el caso es que pone a la poesía en desventaja contra la prosa, mediante el alegato de que el uso de la rima (que ya casi ni se usa) limita la profundidad, la vastedad de la expresión poética, (quizá por ello, Virginia Woolf se desplaya poeticamente en su narrativa) como si la poesía fuera solo palabras medidas, sin tomar en cuenta que el trabajo, o el placer, o la tortura, o la búsqueda principal de los poetas es encontrar cómo quitar los límites a las palabras, hacer que una línea, incluso una plabra, digan más de lo que en la prosa acostumbran decir. Desde la experiencia del poeta, la poesía es más que palabras, éstas son solo un medio para explorar esa rara sustancia que fluye en la existencia de toda persona, aun cuando algunos lo ignoran, y no pueden precisar qué cosa es, hasta que leen un buen poema.

Este tono: “Naturalmente, cuando una carta costaba media libra para ser enviada, tenía que tratarse de un documento algo importante; era leído en voz alta, se ataba con una seda verde, después de cierto número de años se publicaba para el infinito deleite de la posteridad. Pero su carta, al contrario, tendrá que ser quemada, solo costó medio centavo para ser enviada, por tanto, podía darse el lujo de ser íntima, irretiscente, indiscreta al extremo” hay aquí cierto desdén hacia la carta del joven poeta que quizá le cuenta aquí algunas cosas privadas sobre terceras personas, y donde además, al parecer, el joven se queja de que encuentra difícil escribir poesía sobre personajes y situaciones concretos. Y además, el confianzudo le pide que le escriba y le diga lo que ella piensa sobre la poesía: ”Escriba y dígame hacia dónde va la poesía, o si está muerta”

Ella le contesta que cartas como las de él, que es una carta de verdad, pueden leerse en voz alta h han de ser quemadas porque no vivirán para la posteridad. Golpe brutal:

“Antes de empezar, tengo que aceptar esos defectos, ambos natural y adquiridos, los cuales, como encontrarás, distorsionan e invalidan lo que tengo que decir sobre la poesía.” (su falta de educación formal, la cual ella señala como el inconveniente principal para validar su preceptiva sobre poesía) otro obstáculo que ella pone o quizá sea aceptable, es que su práctica en la prosa, la llena a ella y a muchos narradores de una actitud de celos tontos con respecto a la poesía. Aquí, la razón empieza a equilibrar la balanza y es una parte que me gustó mucho:

“Por ciertas frases en su carta, deduzco que usted piensa que la poesía es un camino precario, y que su caso como poeta, en este particular otoño de 1931 es mucho más difícil que el de Shakespeare, Dryden, o Tennyson. De hecho, es el más arduo que jamás haya habido. Aquí me da el comienzo que voy a tomar para una pequeña charla: Nunca se piense singular, nunca considere su caso más difícil que el de otra gente. Admito que la edad en la que vivimos, lo hace difícil. (pero) Por primera vez en la historia hay lectores, un gran número de gente que se ocupa de negocios, de deportes, de cuidar a sus abuelos, de arreglar paquetes detrás de un mostrador, todos ellos leen ahora, y quieren que se les enseñe cómo  leer y qué leer, y sus maestros (los reseñistas, los conferencistas, los presentadores) deben con toda humanidad hacer la lectura fácil para ellos”

Me gusta ese pensar en otros. Quizá no todos los lectores en la actualidad están en esas circunstancias, a algunos les gusta el reto de la lectura difícil, sin reseñas, ni explicaciones para hacer tierra, pero nunca está de más uno que otro pie de página.

Luego continúa diciendo al poeta, que está bien a veces apoyarse en lo establecido (Shakespeare, Tennyson, etc), incluso dejar que todos esos grandes del tiempo, formen parte del presente particular, aceptar que vivan en uno.

Es una carta extensa para ser carta, y llena de paréntesis y referencias alternas que a la autora en su momento, parecen haberle conectado con lo que tenía en mente decirle al joven poeta. Esas digresiones son parte del encanto literario de Virginia Woolf. Quizá valga la pena un día leer una traducción completa de la supuesta carta, que más bien sería un ensayo, de momento he querido solo hacer referencia a las inquietudes que despertó en mi primera lectura.

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Mi diario de París

A la hora del desayuno estuve pensando unas cuantas cosas. Sobre todo pensé en el gran absurdo de mi vida; si he de morir, lo cual no quiero, pero de no haber otra, quiero morir en un abrazo. Esto me llevó a deducir que quizá, el ser humano, no solamente quiere vivir feliz, sino que también quiere morir feliz.

Otro pensamiento fue llegar a la conclusión de que entre mis pasiones (viajar, escribir, leer, el arte, besar) también está cierta pasión por la filosofía, este nuevo descubrimiento, esta pasión es la que menos he desarrollado, tal vez por la creencia de que para practicar filosofía hay que estudiar, convertirse en un filósofo de universidad, siendo que en tiempos antiguos, los grandes filósofos eran los estudiosos más independientes. Además ¿Quién quiere vivir una vida basada en libros? Yo no quiero vivir mi vida basada en ningún libro, quiero inventar mi propia vida y escribir un libro basado en esas vidas que se desgajan de crear. ¿No parece más creativo?

En algún momento me percate de mi mente aleatoria; conforme pienso en algo, y estoy tratando de desarrollar esa idea para ahondar el pensamiento presente, ya estoy pensando en otra cosa, la rama que se mece a través de la ventana, las ondas de viento que la mueven, su fuerza matemática, mezclada con el sabor de la sandía y el queso cottage, el aroma embriagante del café, la respuesta a la pregunta que me ha hecho uno de mis hijos…

Al pensamiento lo han comparado con un tren que siempre está de paso, y es otra de mis pasiones observar. Mi mente aleatoria, sin embargo, es una de las pocas certezas que tengo sobre mi misma, la acepto y trato de trabajar con ella en armonía y revuelta al mismo tiempo, pues la mente se convierte en una inconsistencia irracional si no se tiene conciencia de ella.

Camus intentaba hacer una filosofía de revuelta, pues afirmaba que ésta era en su tiempo, la única filosofía congruente. A Camus le interesaba la congruencia más que otras cosas en el mundo, más quizá que su exhaustiva búsqueda de la lógica que le explicara todo, aun el absurdo. Pero en el conocimiento humano rara vez hay lógica. Camus, dandose cuenta de ello, se revelaba afirmando que es posible revelarse contra cualquier cosa, y que la vida es preciosa con o sin sentido, esto para cerciorarnos de dicha conclusión en su ensayo sobre “Suicidio” Me gusta esa resolución a vivir, aunque la vida sea una revuelta contra la muerte, la adversidad, la nada o el absurdo. En eso tengo algo en común con él, mi vida es un sobreponerme a mis sombras para poder existir de la forma que quiero, y no solamente sobrevivir.

Así concluí el diario con portada de La Torre Eiffel, única razón por la que utilizo el título de Mi Diario de París, no tengo otra excusa, no he cumplido mi sueño de caminar por las calles de esa mágica ciudad, de hecho, en el centro de la primera página blanca comencé con el título “El Juego de la Eternidad” El contenido del diario en su totalidad fue escribiéndose pausadamente en USA, comenzando a finales del 2013 hasta el verano del 2014, un periodo de tiempo en el cual no hubo viajes significativos, salvo uno a Florida. Esto me permitió la extravagancia del tiempo, ese aspecto tan necesario para pensar con un poco más de lo que llaman seriedad, disculpen la broma.

B.O.M.

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El contorno de las palabras

D e tanto hablar
las palabras se llenan de agujeros.
Cuando eso sucede
me las pongo de medias.


Entonces sus tejidos,
cual ojos de animal oscuro
se consuman,
circulo sobre circulo,
piel sobre piel,
piquetes de avispa,
cráter en fragancia de canela,


En el andar
van descubriendo las palabras,
un lado más de mi contorno.



Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red
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Alternancias

Ayer estaba aquí al anochecer, sin hacer nada. Y estaba al otro extremo de leer 2666 por la mañana, y aprender que la realidad y las cosas se mueven con cierta regularidad, se mueven de tal forma que, el libro de El testamento geométrico se mueve en el tendedero de Amalfitano, es mecido por el viento, sus páginas se orean repentinamente por alguna corriente de aire circular que produce un remolino, pero de pronto, el viento cesa, y el libro cesa, la sombra del libro se queda quieta, ese acto parece una verdadera tragedia ¿por qué?

Esa movilidad que de repente para, es el otro extremo del movimiento, el lado del coraje que no vemos porque no se percibe, porque se calla y no se mueve, y sin embargo, nunca está quieto. La materia rara vez se aquieta del todo.

Ya lo dijo Amalfitano, o quizá no lo dijo pero lo pensó, si uno está lo suficientemente callado puede oír voces tratando de establecer conversación, o a la mejor, simplemente continúan una conversación empezada en el principio del tiempo, en algún principio de algún tiempo que no se llamaba tiempo, qué sé yo.

Primero no tiene sentido oír voces, pensamos que nos estamos volviendo locos, y ante eso decidimos ignorar lo sucedido, no respondemos, de tal modo que las voces difícilmente logran entrar en conversación. Hasta que de tanto ocurrir, se van haciendo familiares, si no las esperamos por lo menos, las reconocemos, y así, un día como por inercia, o por pura buena educación, les contestamos, porque al fin y al cabo, parece que te leen los pensamientos. Les hago preguntas sobre su procedencia, quieren hacerse pasar por las voces de mis ancestros.  Es una locura, lo sé; pero son  convincentes. El problema es que un día te dicen una cosa y al día siguiente, se desmienten, como les he agarrado confianza o me he acostumbrado a ellas, lo otro también lo creo.

Te dicen que no estás loca, qué va, si estás bien cuerda. Lo bueno sería saber por qué jodidos te hablan a ti, ni que estuvieras sola. Te aclaran dudas que tenías en el pasado, entonces ¿qué les dices? pregunto, ¿para qué resucitar las dudas?

Un día tu hijo te oyó hablando sola, y tuviste que modificar la realidad con otra alterna, antes de que preguntara algo, dijiste que repasabas un diálogo de tu nueva novela, lo cual te sorprende a ti misma porque hace años que no escribes ni pe.

B.O.M.

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La mancha era un intento de consolación

Solté la mano que me sostenía, tuve que perderle el miedo a los adverbios de cantidad, y empecé a dar pasos como un niño que aprende a caminar por primera vez, sin contar las palabras.


Caminé, un paso a la vez, pie tras pie. Es mejor no mirar hacia atrás, pensé. Y seguí andando hacia el mar. A lo lejos se fundían el océano y el cielo en un mismo tono de vapor azul. Pero antes, noté que de donde me nacían los acantilados en los ojos, el pasto se confundía con moho. Solamente por que sé que son acantilados los distingo. Para el que mira desde éste ángulo, los acantilados son una línea, un corte que acaba de pronto en orilla. En este momento el verde y el azul son las únicas texturas reconocibles. Sigo.


El viento peina mi frente con el frío particular de noviembre. Mi marido espera sentado en la roca donde me propuso matrimonio hace treinta años. De pronto siento la tentación de voltear. Continúa escribiendo, grita él desde la roca, en el fondo piensa “Si no para nos iremos al abismo” Ella sigue, centrada en la fonética de las palabras indiferentes al destino de los amantes.


Hoy en día, de todo aquello solo queda la mancha del acantilado colgado a la pared, donde el mar azota sus olas y salpica la leyenda del amante que se lanzó al mar tras de su amada. Tarde comprendió que la mancha era un intento de consolación.

B.O.M

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TIC TAC

Papelitos sueltos
con palabras sueltas
de sus cabos
papeles sin rutina
glotonería en la bolsa

A falta de libros
una menta
con ruido de relojes

B.O.M. Imagen de la red

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Los podcasts y yo

imagen de Vangogh

Estimados lectores, en noviembre del año pasado experimenté con el temido audio de mi voz. Siempre he temido a escucharme a mí misma. Lo sé, es bastante pueril pero al escribir imaginaba tener distintas voces a mi voz real, que loco, no?

Y nada, tenía que enfrentarme a ese monstruo tarde o temprano. Entonces a petición de algunas personas, en especial ante la invitación de un amigo a participar leyendo en un programa de radio, me arme de valor e hice unos cuantos audios. Con una manita de gato, quedaron así. Les dejo el enlace para Anchor donde están colgados esperando algún oído dispuesto a sentarse 6 minutitos a escuchar cinco poemas. Hay otro audio sobre Restrospección que arme yo sola, y para aprender el arte del audio, lo hice podcast.

lhttps://anchor.fm/beatri/episodes/Cinco-poemas-de-Poetriz-em5n2a#_=_

espero les guste la aventura, obvio, me encantan sus comentarios.

Y sorry por el anuncio, ignórenlo. Pueden adelantarlo y pasar directamente a los poemas. Gracias.