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Entre las gotas del río

A mi madre

Hablan, agitan la voz
como pañuelo blanco,
cosido con pequeñas muecas,
olor a café,  y pasos de gatito.

No tengo que aguzar el oído ante las gotas,
solo mirarte cuando  hablas; 
reconocer tu transparencia, madre mía.

Tu voz suave se impregna,
 a la vez fuerte y acogedora, 
al escucharla uno se pregunta
de dónde viene tanta felicidad.

La viertes toda en la mañana,
y por la noche aún gotean
tus palabras en mis manos,
el alma las apara dulce,  canto…
para ungir la herida  del adiós.

Tienes el nombre de la victoria,
ese gran territorio 
donde no existe la orfandad.

Cuando estoy triste
cierro los ojos una vez por la mañana,
entre las demás gotas del río
 escucho, te escucho
madre, gota.


Texto e imagen: Beatriz Osornio Morales
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Cartas 4

De Virginia a Vita, miércoles 2 de Febrero.


Virginia Woolf Was an Avid Photographer, Too—See Her ...


No hubo carta tuya ni hoy ni ayer. Me desperté muy melancólica en medio de la noche. Se está yendo el efecto de mi narcótico. ¿Por qué se ríe de mí la gente?, pregunto. Sabes, es una gran cosa ser un eunuco, como yo; quiero decir, no saber cuál es el derecho o revés de una falda, eso hace que las mujeres confíen en mí. Aquí en mi cueva, veo las cosas cuya luz vosotras, criaturas resplandecientes, ocultáis tras vuestra luz.

No, no tengo un resfriado pero estar aquí escribiéndote en medio de todo este desorden, es como tener uno. Hasta el momento no he podido abrir un libro sin ser interrumpida. Y luego tú no estás… Me encuentro a merced de la gente, sola. Como un objetivo lamentable, incapaz de expresar sus necesidades. Cómo me has desmoralizado. En cierta época yo era una mujer vigorosa, pero ahora todo me resulta frágil y laborioso mientras pierdo el tiempo levantando la tapa de mi cerebro para ver si hay allí un pez flotando, un nuevo libro. No, por el momento no hay nada.

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Retórica superflua

Significado de Retórica

Anda por allí un pensamiento recurrente dando vueltas en la cabeza. Es sobre el uso excesivo de la retórica, lo odioso que es, lo molestos que resultan esos textos en que el autor se muestra, ya sea ignorante, o ingenuo, y en dicha presunción,  hace preguntas  que sabe perfectamente que nadie va a contestarle. Es evidente que las preguntas se las hace a sí mismo, y es más una forma presuntuosa que algo efectivo, pues rara vez contesta a sus mismas preguntas, o las responde puramente desde su perspectiva subjetiva.

Pienso que a veces, una pregunta repentina lanzada al aire, puede ser además de la forma de jalar la atención del lector, una forma de abrir un contexto en el tema, lo cual es perfectamente aceptable, pero no con la excusa de imponer una postura personal, sino de exponer otra posibilidad tácita.

No es lo mismo decir “¿por qué se suicidó si no era culpable?” donde se lanza culpabilidad tácita en la acción del suicida, de alguna manera se considera su acción como la confirmación de culpabilidad, a decir “¿por qué se suicidó?” injustamente diría yo, pues ¿Quién va a responder a la pregunta?, en ambos casos, nadie. El suicida está muerto. Por lo que puede deducirse que en el primer caso, el autor intenta expresar, más que otra cosa, su opinión personal sobre la culpabilidad del suicida. En el segundo caso, se expresa simplemente, perplejidad y la respuesta podría ser múltiple.

Ese tipo de retórica es en mi opinión, mal intencionada, pues se cuestiona sin escrúpulos la posible inocencia de un muerto, que quizá quiso afirmarla con su acción final. Es una retórica tóxica e irresponsable cuando se lanzan preguntas sin respuesta al aire, pues no buscan esclarecer o explicar nada, buscan provocar opiniones que muy poco tienen que ver directamente con el sujeto.

B.O.M. imagen de la red.

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Bipolaridad Social

     Desde mi terraza pensaba en la temperatura del día, disfrutando de respirar el tierno amanecer y un café caliente. El frío y el calor, de un extremo a otro. Yo estoy en medio. Sin embargo, la precisión de esos dos extremos es subjetiva ¿En qué punto específico se define el frío o el calor?

     Luego pensé en lo tibio, lo bien que se está aquí, lo bien que se siente la neblina, o el vaporcito del café, un beso de mariposa, un pestañeo en la cara, una sábana tibia para aliviar los efectos de la anestesia o la pérdida de sangre. Quien quiera que haya experimentado algo de eso, sabrá que la tibieza es la temperatura perfecta, la más tolerable y hasta bienvenida para los humanos.

     Ahora bien, es comprensible que ante la palabra “tibieza”, nos venga en mente aquello de “me repugnan los tibios”. El caso es que de pronto, esa conexión explica de igual manera la bipolaridad social que existe en la actualidad, y que quizá sea una bipolaridad sistémica que ha existido desde hace siglos. A lo largo de la historia se han ido creando sociedades bipolares, enfermizas ¿por qué? En la biblia se encuentra el verso del Apocalipsis que narra: “`Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Ap.3:16. Eva Perón, en su apoyo y divulgación del peronismo,  utilizó mucho esa frase para enfatizar el nivel de fanatismo que debe existir en los aliados para ser considerados aliados, de otro modo, asquean y más valiera ser enemigos: “ Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, los peronistas a medias, me dan asco. “ Cita de El ciudadano.com a 101 años del nacimiento de Evita Perón.

     Y así, a lo largo de la historia universal, nos vamos encontrando con situaciones y dramas sociales que pareciera no dejan espacio para la templanza, o el equilibrio. Estamos siempre a extremos unos de otros, tristemente.

    Piensa en el arte como algo que ejemplifica (al menos en apariencia) el valor de la bipolaridad, puesto que es casi siempre una especie de chispazo, según algunos,  lo que detona el momento creativo. ¿De verdad es así?

     Se nos ha hecho creer que un genio o un artista, es un afortunado bipolar, a quien de repente se le ha prendido el foco para crear algo, como si la disposición, preparación , el conocimiento y el trabajo  no contaran en la creatividad.

     Yo te digo por experiencia propia, que por más momentos creativos que tenga, por más chispazos y prendidas de foco, si no hago el trabajo de narrar,  el trabajo de lenguaje, en el caso de escribir, tras el primer trago o el primer bostezo, aquello habrá quedado en el olvido, otros chispazos se cruzan, una comezón, o un problema en turno, harán desaparecer la primera intensidad, por lo que sin trabajo no hay texto, no hay poema. Si se le pregunta a un diseñador de modas sobre lo que toma el proceso de un nuevo diseño, quizá se ahorre decirte sobre los múltiples intentos, los borradores tirados a la basura, los ajustes de línea, qué sé yo. Igual que un artista, no va a enumerar la cantidad de bocetos que le costó cada obra. 

     Así que podríamos decir, que entre intentos se va templando la temperatura del momento creativo, por lo que al final queda la temperatura perfecta, la más tolerable, la más cómoda para la subsistencia humana.

Cada uno crea como sabe, como puede, como quiere. Pero últimamente he visto en la red, algunas afirmaciones que me hacen sonreír, como lo de que hay que hacer las cosas con ovarios, con huevos, o cojones, como lo prefiera, ¿y por qué? uno es libre de hacer las cosas como le venga en gana. Haga lo que haga, no se deje vituperar, usted sabe lo que quiere hacer y cómo lo quiere, lo demás es cuestión de temperatura y temperamento.

Puedo hacer una barbacoa en la terraza de un piso?

B.O.M. Imagen de la red.

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Con Hemingway

Estuve a punto de detonar la muralla del silencio, luego, la duda.

Leyendo a Hemingway dan ganas de escribir distinto, un poco sobre la línea, desde arriba, desde afuera, hacia allá, o hacia acá, con un estilo hiperrealista, pero, (sin quejas) hay tan poco aquí. He estado mucho tiempo en este lugar,  lo que hay parece poco, las cosas están siempre calladas, mudas. Lo que yo pueda decir de mi banco frente al espejo, de pronto carece de importancia, es irrelevante, necesita una trama, ser parte de ella. 

Ojalá ocurriera algo qué contar para levantar este escenario desde dentro. Quizá lo que necesito en este momento es imaginar, imaginar que las cosas (mis cosas) tienen algo que decir, y que yo tengo la disposición de escuchar y escribir, practicar la descripción realista, como Hemingway.

Mejor aún, hay que salir con todo y sin titubeos (son muy feos), asomarse a la puerta, sentir el fresco de la noche en la cara; todavía iluminan las luces encendidas de navidad. El año ya pasó. Es año nuevo, y el corazón late con una extraña anticipación distinta a la de cada año.

Vencida la duda, el silencio se derriba en estallido de cristal. Al caer, las luces van reflejando los instantes de un nuevo sonido, las risas y  el chocar de los vasos en el brindis.

Brindis - Banco de fotos e imágenes de stock - iStock

B.O.M, imagen de la red

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La memoria en el cosmos 1

New study sheds light on memory formation

El ser humano posee una memoria cósmica. El día a día que se recuerda es la memoria inmediata, consciente; sin embargo, en alguna parte de su inconsciente, está la memoria del hombre en el Cosmos, en su contacto con las cosas, el advenimiento de mundos familiares.

La humanidad recorre los recuerdos en busca de una memoria primera, pero ésta sólo se revela cuando perdemos la conciencia del recuerdo.

A partir de allí, con esto. proponemos abrir puertas a esos espacios sin recuerdo, con la finalidad de crear una relación más afín entre lector y el universo creado.

Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red

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Cartas 1

Estimados lectores, confieso ser una ferviente amante de las cartas, extraño eso de la sociedad. Antes de la tecnología se escribían más cartas, y eran unas complejas entropías del escribiente.

Hace tiempo encontré una publicación con cartas entre Virginia Woolf y Vita Nicholson, me parecieron encantadoras, así que guarde el enlace, y hoy quiero compartir con ustedes por lo menos una, quién sabe si en lo sucesivo haga una como serie de cartas personales, si les parece, así comienzo:

De Virginia a Vita, Martes 5 de enero 1927

  «Por qué piensas que no siento o que hago las frases? “Frases encantadoras”, dices, que le roban la realidad a las cosas. Es todo lo contrario. Siempre, siempre trato de decir lo que siento. Por alguna razón, todo es aburrido y triste. Te he echado de menos. Te echo de menos. Te echaré de menos. A medida que te alejas me resulta más difícil visualizarte, y pensar en ti con fondo de pirámides y camellos me abruma un poco. Pero vamos a dejar eso y a concentrarnos en el presente ¿Qué he hecho? He sido muy laboriosa. Creo que en parte debes haber desorganizado mi vida doméstica, porque en cuanto te fuiste cayó sobre mí un torrente de obligaciones. No tienes idea la cantidad de colchones, mantas, sábanas, fundas y enaguas que he tenido que comprar. Por algún motivo mi incompetencia y el hecho de que los vendedores no me crean me transforman en una arpía fastidiosa. Escribo rápido, todo de golpe, (¿Has visto lo apretado de mis letras?) Es porque quiero decir muchas cosas pero no aburrirte. Entonces pienso que, si las aprieto bien, no verás lo larga que es esta carta. ¿Si he visto a alguien? Sí, a muchos. Hay tantos manuscritos que leer y cartas que escribir, y Doris, una pobre y desaliñada mujer que tuvo la increíble impertinencia, en parte falta de educación y también lo que ella cree talento y yo considero un cerebro respetablemente despierto pero vulgar, de decir: pero, señora Wolf ¿tengo, en su opinión, talento suficiente para dedicar mi vida a la literatura? A lo que con mi voz más decidida respondí que mejor se hiciese cocinera. En cuanto a mis encuentros, no me he enamorado de nadie… aunque ésa no es mi línea exactamente. ¿Lo habías adivinado? No soy fría; no soy farsante, ni débil, ni sentimental. Qué soy. Quiero que me lo digas tú.…

   Voy a tener un pequeño grupo dramático. Me gusta la profusión de esas pobres criaturas: pintadas e irreales, todas desesperadas porque no tienen trabajo o están enamoradas. Creen que soy una gárgola grotesca, semihumana, rígida como un demonio en una catedral. A ellas les parece increíblemente excitante que yo mueva las piernas y hable como un libro. Pero no durará mucho. Es parte de mi esnobismo adornar toda la sociedad salvo la mía propia. Pero (volviendo a tu carta) siempre supe que eras distante. Sólo que me dije: insisto por pura amabilidad. Con ese objetivo fui a verte.»

¿Verdad que es un encanto?

 

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Puertas

Recuerdo esos episodios de mi vida en los que no alcanzaban las horas del día, para expresar la narrativa mental que se desarrollaba constantemente dentro de mí. Parecía que estaba poseída por fuerzas sobrehumanas que apremiaban (me sentía privilegiada) con la más absoluta e inútil verborrea. 

Viendo hacia allá, todo lo demás (distracciones a la mano) me era casi indiferente; mi mundo era extenso en las palabras, en las idas y venidas que se presentaban como innumerables puertas abiertas a la existencia. Considérese el término desde sus connotaciones existencialistas.

Por otra parte, cada palabra poseía un sin fin de entradas y salidas donde pasearse, transportarse, o simplemente orear la ropa recién lavada. Cuántos aromas y sabores permeaban la tinta. 

La concentración, entonces, era como tener hambre y sentarse a comer.

Con el tiempo me doy cuenta que he desarrollado ADD (Attention Deficit Disorder) por sus siglas en inglés, o Desorden de déficit de la atención. La concentración ahora, es como tener hambre y no querer comer, o quieres comer pero no te quieres sentar, comes mientras haces otras cosas, de tal manera que, casi ni cuenta te das de lo que comiste.

A veces, a lo lejos alcanzo a ver algunas puertas, cerradas o abiertas, no distingo la maravilla que está frente a mí, es imposible siquiera señalar alguna de sus posibles entradas, no solo porque veo una simple puerta (simplificada) sino porque con la edad estoy perdiendo la vista, el filo de las cosas se esconde, lo cual contribuye al vicio, y a la necesidad que está enfermando al mundo: querer simplificar todo, globalizarlo, de tal modo que todos quieren parecerse a todos, como clones, así las palabras.

B.O.M

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Sobre una sinfonía de amor

Quisiera escribir una sinfonía de amor, a estas horas en que la luz apaga el silencio, también oscurece aquí. Ante la dureza de concreto con que desafían los temblores el alma, ante eso ¿Para qué servirían las frases de amor?

Se me ocurre que como decía el bueno de Jaime, las frases de amor sirven para quemarse. No me importaría quemarlas con tal de que el crujido que hacen las cosas al quemarse, alumbraran el silencio, éste acicalado silencio cuando cae la tarde, después del sismo y del puño levantado en vano. Más de trescientos muertos, más de trescientas veces en que el puño debió permanecer levantado.

Las frases de amor están muertas esta noche; las que no, convalecen por la pérdida y el peso del dolor, más que nada, por mis asonancias. 

Pero ya no quiero escribir así. Como están las cosas, escribir cualquier cosa sería bueno para apachurrar el cayo en los dedos, para despertar esa vida interior que ha sido mi única esperanza; las demás palabras, las que se hablan, las que no se escriben, son palabras de molde, prefabricadas, piel endurecida y hasta muerta. Yo pensaba que era posible inventar en el momento, inclusive lo experimenté muchas veces al escribir. Y solo porque hoy no puedo yo, no significa que usted o cualquier otro tampoco pueda.  Estoy segura que el mundo se renovará escribiendo la perfecta sinfonía de amor.

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Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red