Puede ser que de pronto te sientas vulnerable. ¿Te has sentido así sin darte cuenta? entonces quizá cabría preguntarse si eso ha sido realmente sentirse, o darse cuenta…muy pocas cosas sentidas en otro momento pueden comprobarse. El recuerdo de la emoción quizá sea otra emoción, pero no la misma.
Pensando en eso, me viene a la mente lo que decía Sartre sobre lo imaginado y la imagen del objeto imaginado; esa construcción elaborada que hace la mente sobre una cosa, no es la cosa. Lo mismo aplicaría al recuerdo, por más fotográfica que tengamos la memoria,lo que recordamos sentir no es lo que sentimos en su momento.
Hace un rato, escuchaba a mi marido quejarse de su mejor amigo, con el que siempre salen de andadas: “Se ha vuelto muy errático al manejar”. Su amigo tiene dos Porchas y disfruta manejar, incluso en pistas de carreras, lo cual hace más inaceptable para mi marido su gradual degradación. “Y se imagina que es de los mejores conductores, pero golpea las esquinas, se cruza los carriles y da unos frenones espantosos” No sé si es porque en la mañana había leído a Sartre, y sus ideas aún están frescas, pensé que a la mejor la imaginación humana es lo único que no envejece. Aunque el cuerpo físico y su funcionamiento traicionen a la humanidad, el poder imaginativo perdura. Por ejemplo, cuando bailo, me imagino de una forma, un recuerdo quizá de mi juventud, y me sorprende ver las evidencias de que la movilidad de mi cuerpo no es tan asertiva ya.
En algunos casos esa habilidad imaginativa puede causar desilusión, como el ejemplo anterior. Lo mismo que la forma en que el amigo de mi marido se imagina que maneja, y la realidad es otra, incluso peligrosa para el que maneja sin buenos reflejos. Sin embargo, en muchos casos, sobre todo en la creatividad, ese poder imaginativo puede ser una fuente inagotable de resultados innovadores.
Borges tenía talento y un poder imaginativo sin igual. Pero eso no lo pensé al escuchar a mi marido, sentado junto a mí en el asiento de pasajeros mientras lo llevaba a recoger su carro del garage, donde le cambiaron el aceite; íbamos intentando hablar de trivialidades y por eso no entendió cuando dije lo de la imaginación. “¿la imaginación no envejece? ¿Qué tiene que ver eso con…el nombre de su amigo? pues que tú notas como tu amigo cambia físicamente y hasta mentalmente con la edad, pero al parecer, uno conserva esa fuerza imaginativa con la misma vitalidad de siempre.
Mis palabras hicieron eco en la imaginación y adiós banalidades, pensé. Lo bueno es que casi en seguida llegamos al garage donde dejé a mi marido.
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Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.