Había sombras y luz;
suficiente luz para exponer el cuerpo, el mundo entero,
y suficiente sombra para no reconocerlo.
Tiene el muslo considerablemente
cubierto de lodo aún, húmedo, el pelo turbio le cubre el rostro.
A pesar de las sombras se aprecian partículas de suelo,
como las que imaginó una vez el joven profesor de inglés,
en el corazón de las tinieblas.
La luz va encogiendo los minutos, el tiempo,
es un imposible que recuerda con toda la inteligencia humana.
Las manos, irreconocibles por el musgo
abren otro camino en el laberinto oculto,
no saben lo que son, lo que es esto, la sombra
y escarban con las uñas hasta sangrar el vacío.
Y la voz..
¿Qué tipo de voz habremos de poner a las sombras?
¿Y a la luz que se camuflajea de colores?
Es mejor callarse, dejar que las mendigas sombras
se desgañiten en saltos tras el semáforo rojo,
o que el óxido de la luz hable de
cómo la oscuridad echa a perder el mundo.
Baste saber que el cuerpo sigue aquí,
en la mañana, arropado por estas manos sucias.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.
3 respuestas a «Cuerpo de sombras»
reo que en fondo las sombras están ahí para n dejar deverlar la miseria de los cuerpos
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A mi me encantan las sombras, siento que si perdemos la sombra dejamos de existir.
Saludos y gracias por tus comentarios, Carlos.
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