Largo…el día… me carcome el orificio de la piel. Sabe a nada y sabe a sueños. Quisiera que te acordaras de la estupefacción remota al olvidar, que a los días les crecen los extremos, como a las salamandras una pata que ya nunca recuerdan. A final de cuentas, el día nunca deja de ser un desconocido, reconociéndose a diario en el vaivén de las palabras, un rancio lirismo involuntario en la piel. El tiempo es un agujero negro por donde se escapa el universo, pero a veces, vuelve la certeza de vivir una vez más, para siempre.

Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.
3 respuestas a «Salamandra»
Siempre se vuelve, a pesar de la desazón de que no hay razón en ese vacío de diario- Algo queda que nos devuelve a la existencia. Un abrazo.
Carlos
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Al día le crecen recuerdos de cosas que quisiéramos olvidar, sin lugar a dudas.
Saludos,
J.
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Y pensar que a veces, somos los que propiciamos los recuerdos…sin lugar a dudas.
Muchas gracias por tu visita José.
Saludos.
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