donde la calle muere, y las voces sofisticadas nacen de los pantanos, (no se trata de voces audibles, son voces de silencio, crustáceos y cocodrilos) también se erigen de la cloaca los pensamientos, mi propio animal sube por las patas de la mesa donde tomo café. Descabelladas, escurren por las paredes las palabras, los cajones cerrados de mis ojos, se desbordan al final del mundo. Las audiencias pendientes de entre semana, siguen en la nevera. Tus palabras, cada vez más oscuras hacen de la noche prematura, una majestuosa estatua con protectoras alas de ángel.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.
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