Ella esperaba
en incesante crepitar de horas
en la mazmorra de un miércoles nocturno.
Prendió sus alas a la noche
para no dejarla ir,
suspendió latidos de reloj
encendió los ojos,
perfumó agonías de la espera
como escenario donde germina luz.
Esa noche
en derrocamiento de alas,
el ave se fue desvaneciendo.
En el instante mismo
que la luz germina,
la noche emprende vuelo
llevándose consigo las cosas,
y el ave duerme
al extravío de aquella noche.
En la ventana, a primera hora del viernes
donde deambula el rescoldo del silencio,
alguien llama
es El
mismo a quien esperaban
el ave nocturna
y el incesante crepitar de horas,
sus ojos caen
al ver que ya sólo una sombra
espera en la luz de la mañana,
y una voz doliente
en el reloj suspendida.
Beatriz Osornio Morales. Imagen de Remedios Varo.
Una respuesta a «Fábula del ave nocturna»
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