Te lo digo de una vez: Llegó la noche al árbol antes que tú. Llegó a la pared, y aunque blanca, es una lápida de cementerio. Llegó al asfalto antes que los autos, llegó al baldío. Nadie ve las espigas negras mecerse en las carrocerías, eran rojas, azules, borgoña de día, el río era dorado. Llegó a la casa antes que tú; la impregnó de un oscuro musgo, hasta que prendí la lámpara que te esperaba. Beatriz Osornio Morales
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