Algo así como media hora de tinta azul, y monotonía esforzándose por pensar algo concreto, y nada; esa cosa insustancial de la que tanto se habla en filosofía, la nada astuta del nihilismo. Entre lo concreto y la nada está el nihilismo.
Quiso hacer un poema del soneto, expuesto a sus medidas, despojado de la rima. No es seguro que lo haya logrado, el caso es que, hay un plano con esqueleto azul, desde donde se erige un castillo cerca del medio día.
Concluyó que el soneto no es un poema de la noche, digan lo que digan. Uno se figura que ocurre en plena luz del día, como algunos crímenes insólitos, te encuentran desarreglado, ya sea que aun lleves la corbata bien puesta, pero con la bragueta abierta, por descuido, el labial corrido, no falta alguna vulnerabilidad.
B.O.M. imagen de la red
3 respuestas a «El poema del soneto»
Demasiadas reglas (métrica, rima, ritmo, entonación, etc.) matan la poesía y dejan pobres creaciones a su paso.
Saludos,
J.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Asi es José. Los parámetros implican mucho recorte.
Saludos.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
Me gustaMe gusta