Escena de la película de Jia Zhang –ke “STILL LIFE” una película paradojicamente, llena de vida y que yo llegué a ver por Septiembre de 2009.
Desde abajo se aprecia la figura de un hombre golpeando sobre un tubo ancho de hierro, en una fábrica en demolición sobre los bancos del río Amarillo de China. Es un día nublado. La escena es la de David contra Goliat. La fuerza de su brazo delgado es capaz de conmover la materia del enorme cilindro mediante la repetición del movimiento. Con cada masazo, el hombre tiene la esperanza de llevar comida para su mujer y sus hijos, y no importa qué tan nublado y frío este el día, o qué tan duro el metal, los incontables golpes del día tras día, escurrirán en sudor de su frente a lo largo del cuerpo entero.
Para quien observa desde abajo, el pequeño ser que golpea con fuerza rítmica, no es más que un engrane más de la fábrica, una manija que empuja el mazo contra el metal, movido por el mecanismo de la demolición. Siempre otras fuerzas van generando la fuerza demoledora, la del hombre, la del brazo, la del maso, la del tubo, la resistencia de la materia. La voluntad humana y la resistencia de la materia son las fuerzas en coalición. Pero el sonido escapa al paisaje de naturalezas muertas, ¿Será porque no es una fuerza sino una consecuencia de otras fuerzas?