La noche seguía nevando y a ratos, el viento golpeaba con graznidos de pájaro en la ventana. El cuerpo del sonido aun resbala en el vidrio como un animal herido, su gran rueda de soledad piensa sin pensar, fresca entre los follajes. Adentro, el abandono se exilia pero antes de irse a dormir, empuja los cuerpos a una pasión secreta, que ya habían bebido en otro siglo los dioses. Una música ligera marca el rítmo; movimientos imantados al beso. Bailan en la alfombra y un jardín oscuro los oculta del mundo, entonces escuchan las mismas notas en el mismo paso, y mientras sopesan el roce de sus caricias, crean una rapsodia con las voces inaudibles del tacto. Es imposible imaginarse sin esta mano, fuera de esta forma, suspiro de la carne, ser algo más. No hay nada más allá de este instante, más allá del tiempo se caen los pasos.

B.O.M. imagen de la red
2 respuestas a «Rapsodia por un instante»
Las ventanas siempre son útiles, sea la tormenta interior o exterior, si es que saben mantenerse cerradas.
Saludos,
J.
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A mí me encantan las ventanas y disfruto ese placer de abrir o cerrar, empodera.
Saludos, José
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