
Son las 11:47 de la noche, todo parece sospechoso, no sólo el Siena después de dos horas y media en la gasolinera. Diablo de Xavier, debió haberse ido de largo, a la mejor nos rebasó por el carril rápido, (porque eso sí, las autopistas, por lo general son espaciosas) dejando atrás el plan B que habíamos fijado como punto de reencuentro, ya deben ir llegando a Virginia Beach y Sarah estará muriéndose de nervios, tiene una enfermedad fóbica que da miedo y risa, no puede viajar más de cierta distancia sin sentir el pánico del alejamiento. Para colmo, Lucy ya no puede contenerla por más tiempo, tendrá que ir a irritar más al viejete indú, que ha parado toda actividad para sentarse en una mesita junto a la ventana, mientras pretende encargarse de la administración y el papeleo del negocio. Como no se dé cuenta que eres la del siena sospechoso. Anda a ver que historia inventas para poder usar el sanitario de los empleados. No tienen baño para los clientes, «nunca vi cosa semejante» alega Lucy que cierra la puerta en el silencio casi total de la noche.
¿Ahora comprende?, ¿verdad que comprende? lo de las encrucijadas tiene un sentido desordenado. Si usted cree en el destino, el problema de la casualidad estará resuelto, nada sucede porque sí. Pero yo no creo en el destino, qué quiere que haga. Si las transiciones las tuviéramos que hacer simultáneamente desde distintos puntos del laberinto?, no se puede estar en otros lugares a la vez, pero algo conecta los movimientos que avanzan hacia nosotros y nosotros avanzamos al encuentro de casi todo lo que se mueve, imantados a lo otro, sin darnos cuenta, nos concentramos en planear anticipadamente, a pedir de boca, los destinos que desaparecen por casualidades que se cruzan. Pero, ¿qué es la casualidad? un ajuste, no se confunda con el destino, es un ajuste de los sueños que convergen en algún punto de la humanidad, usted sueña, nosotros soñamos, alguien más sueña, un todo nos sueña. No crean que eso es una ventaja, o un destino, no, no hay beneficio alguno en perder toda una noche buscando a los compañeros del camino, perdidos en el mismo sueño, esperando en una gasolinera de lo incierto, hasta sabe el diablo qué hambre o qué fatiga nos convenció de la inutilidad de la espera.
2 respuestas a «El trayecto-tercera parte»
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