
La persecución
Angela había salido temprano esa mañana a recoger su entrega de panadería, como todos los jueves, llevaría refrigerios a la escuela de su hijo para que los niños comieran en el recreo. Este pensamiento hacía sentir a Angela satisfecha, cuando, de regreso a casa había un grupo de hombres discutiendo, alzaban la voz amenazante en contra de un señor apresado hacia la pared. Angela trato de no voltear, como están las cosas, las circunstancias no se prestan para malos entendidos y resentimientos, fingió no ver, pero un hombre delgado con chamarra negra a cuadros, al momento de voltear para tirar la colilla del cigarro que fumaba y poner el pie encima, vio que Angela apresuró el paso. De inmediato, quizá pensando que una mujer había escuchado la discusión, las cinco miradas de los cinco hombres comenzaron a seguirla, después simultáneamente, los pasos se sucedieron murmurando amenazas inaudibles.
Ella sintió los pasos lentos pero firmes de los hombres que la seguían.
Logrando perderse de sus perseguidores tras de una esquina, Angela recobró el paso tranquilo. Llegó a casa antes de lo acostumbrado. Esa mañana fue la última vez que prestaría ayuda en la cooperativa de la escuela.
A su marido se le vio esa tarde volver de la pesquera, donde trabajaba como estibador de pesca mayor desde que su padre se había pensionado en el mismo puesto.
Esa noche fue larga. Ni a Angela ni a su familia se les ha vuelto a ver.
B.O.M. imagen de la red
3 respuestas a «Las Ciudades de Adán y Eva IV»
Brutal, terrible y no por eso menos real.
Saludos,
J.
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Hola, José.
Quiero pasar por tu blog pero ando medio perdida. Entre tanto, saludos por aquí.
Muchas gracias por pasar y comentar.
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