Ayer estaba aquí al anochecer, sin hacer nada. Y estaba al otro extremo de leer 2666 por la mañana, y aprender que la realidad y las cosas se mueven con cierta regularidad, se mueven de tal forma que, el libro de El testamento geométrico se mueve en el tendedero de Amalfitano, es mecido por el viento, sus páginas se orean repentinamente por alguna corriente de aire circular que produce un remolino, pero de pronto, el viento cesa, y el libro cesa, la sombra del libro se queda quieta, ese acto parece una verdadera tragedia ¿por qué?
Esa movilidad que de repente para, es el otro extremo del movimiento, el lado del coraje que no vemos porque no se percibe, porque se calla y no se mueve, y sin embargo, nunca está quieto. La materia rara vez se aquieta del todo.
Ya lo dijo Amalfitano, o quizá no lo dijo pero lo pensó, si uno está lo suficientemente callado puede oír voces tratando de establecer conversación, o a la mejor, simplemente continúan una conversación empezada en el principio del tiempo, en algún principio de algún tiempo que no se llamaba tiempo, qué sé yo.
Primero no tiene sentido oír voces, pensamos que nos estamos volviendo locos, y ante eso decidimos ignorar lo sucedido, no respondemos, de tal modo que las voces difícilmente logran entrar en conversación. Hasta que de tanto ocurrir, se van haciendo familiares, si no las esperamos por lo menos, las reconocemos, y así, un día como por inercia, o por pura buena educación, les contestamos, porque al fin y al cabo, parece que te leen los pensamientos. Les hago preguntas sobre su procedencia, quieren hacerse pasar por las voces de mis ancestros. Es una locura, lo sé; pero son convincentes. El problema es que un día te dicen una cosa y al día siguiente, se desmienten, como les he agarrado confianza o me he acostumbrado a ellas, lo otro también lo creo.
Te dicen que no estás loca, qué va, si estás bien cuerda. Lo bueno sería saber por qué jodidos te hablan a ti, ni que estuvieras sola. Te aclaran dudas que tenías en el pasado, entonces ¿qué les dices? pregunto, ¿para qué resucitar las dudas?
Un día tu hijo te oyó hablando sola, y tuviste que modificar la realidad con otra alterna, antes de que preguntara algo, dijiste que repasabas un diálogo de tu nueva novela, lo cual te sorprende a ti misma porque hace años que no escribes ni pe.
B.O.M.
6 respuestas a “Alternancias”
Es una forma interesante de empezar (o volver) a escribir…
Saludos,
J.
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Cualquier empujón a escribir es bueno. Gracias José. Saludos
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Cualquier truco vale, José. Saludos hasta el sur.
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A menudo las peroratas del pensamiento resultan en dolor de cabeza, pero otras, no muy frecuentes, se hacen las lindas y nos dejan escribirlas. 🙂
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No hay cuidado Beatriz, se conoce que, de tanto perorar nos brota un parlamento solitario en medio del salón. Un abrazo.
Al menos el tuyo parece que, las más de las veces, tiene razón.
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Carlos, muchas gracias por tu comentario. Decidí cambiar el título a la entrada de igual forma que como surge, por la perorata de los pensamientos que se me alternan.
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