El recuerdo de una casa pequeña puede tener muchas variantes, tanto en sus características físicas, como en su valor de hogar y refugio.
Yo recuerdo una casa blanca de adobe y cal, con techo y paredes irregulares. El techo alto por cuyas hendiduras se filtran los rayos del sol y la coloración de las buganvilias, desde afuera parece frío y distante, pero adentro es seguro para el recuerdo.
Ese recuerdo es la casa de mi infancia, la casa que será siempre grande –por la perspectiva infantil de las proporciones- y pequeña, lo suficiente para poder transportarla a donde voy.
La casa de la infancia, en su pequeñez, puede ser vista a grandes distancias por el que habita el recuerdo de otras estancias.
Cuando yo escribo, construyo siempre la misma casa.
Beatriz Osornio Morales. Imagen de la red.
4 respuestas a «la casa del recuerdo»
Esa casa forma parte intrínseca de nosotros mismos, no se la puede dejar atrás. Aun cuando nosotros dejemos de ser los que fuimos, la casa seguirá siendo siempre igual a sí misma.
Saludos,
J.
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De acuerdo contigo. Por eso valoro cuando los escritores cuentan su vida, como lo haces tú en proyecto de azúcar. Nos leemos.
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No se olvida esa casa. Tiene tanto de entrañable, que cuando se vuelve y otros la habitan, y otros la han reformado, la imagen no es la actual, sino la de uno cuando la habitó y fue feliz con sus sueños de niños. Un lujo leerte. Carlos
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Gracias, Carlos. Espero que estes bien. Abrazos.
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