La extranjera
Un día, a las puertas de Adán se presentó una mujer, refirió venir de tierras lejanas en un lugar llamado Norte América.
Los centinelas no sabiendo qué hacer ante la petición de alojo de la hermosa mujer, llamaron a los jueces. Los jueces vinieron y preguntaron a la mujer porqué quería vivir en la ciudad. La mujer contestó que en una ciudad debe haber edificios parlamentares, leyes, catedrales, rascacielos, puentes y las viviendas están más cerca unas de otras, no como en la mayoría de los suburbios norteamericanos, donde lo que interesa al comprar la casa, es que este lo mas separada posible de la del vecino, y que las ciudades de Norte América están decayendo, a nadie le preocupa la arquitectura, las construcciones son funcionales, cuadradas y rectas.
Los jueces, pensando que la mujer estaba extraviada y se había equivocado de ciudad, preguntaron, si no le importaba vivir en un lugar ruidoso, atestado de posibles crímenes, espacios reducidos, precios altos y enfermedades, muchas enfermedades.
Esta contesto que “No, que la razón principal para querer habitar en una ciudad, es sentirse atraído a mirar los edificios, las distintas arquitecturas, los puentes, cruzarlos una y otra vez hasta encontrarnos en los sueños de otro tiempo, en los sueños de la gente. En una ciudad la vida de los individuos, las panaderías, las tiendas de chocolate, sus fragancias son parte del mismo complejo de una ciudad. En los suburbios no se mira nada, el mundo es disperso, suceden cosas entre las personas, eso es lo que se recuerda, cosas similares a las de uno. Pero la ciudad se descubre cada mañana.
Después de eso, los jueces decidieron intentarlo, hablar con el Marshall para que firmara un acurdo, donde se estipulaban los cambios en el libro regulatorio. Se anexaría un capitulo que declara que “Todo individuo es libre de emigrar”
Acto seguido.
La mujer extranjera sufriendo desilusión al entrar a la ciudad de Adán, y encontrar solo una modesta arquitectura, y habitantes sin ninguna otra ambición que la realidad presente, se fue. Los habitantes de Adán y Eva empezaron a emigrar de un lugar a otro, y las ciudades a crecer la una en la otra. Ciudadanos de lugares remotos también vinieron a contribuir en el crecimiento desorbitado, y a despertar las curiosidades de Adán y Eva, con esto las ciudades se esparcieron hacia otros lugares del mundo.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.
4 respuestas a «Las Ciudades de Adán y Eva II»
Muy bueno…!
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Gracias Sebastián. Feliz domingo.
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La arquitectura es reflejo del tiempo y de la época. Un abrazo.
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Y algo que se valora mucho a través del tiempo. Gracias por pasar. Saludos.
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