“A Mad Desire to Dance” o Un Loco Deseo de Bailar es el título de Elie Wiesel que me cautivó de inmediato, sobre todo después del impacto que causa leer “Noche”, sus memorias personales, que por cierto, es un libro que se guarda en el área de libros de referencia en muchas preparatorias de USA ¿Todas?, lo utilizan como parte del currículo de lecturas obligadas para los estudiantes.
Al principio de Un Loco Deseo de Bailar, la narración es un monólogo, pero como al tercer capítulo la perspectiva se empieza a diversificar, lo cual le da un toque de respetabilidad, esa de la que solo goza la ficción en el género de novela.
El tema principal es la locura y sus tentáculos en el comportamiento humano, ya sea como individuo o como es visto en la sociedad. “En cuanto a lo que leo en las miradas de la gente, es que me ven como un loco, y yo siempre he sentido que lo era. Loco por mis padres primero, luego por Dios, por el estudio, la verdad, la belleza y el amor imposible”
La locura de por sí, es uno de los temas que conciernen en el ámbito del arte, por sus matices de originalidad, aun cuando esos aspectos de originalidad sean sintomáticos de una desconexión con la realidad, o lo que se considera como tal. A parte está lo dolorosa que puede resultar la locura.
“Aunque pasajero, el instante contiene su propia eternidad, así como el amor, y aun el deseo, conciben su propio absoluto…(…) La persona que ama, la que crea o recrea aunque sea por un segundo, ha ganado ya una victoria contra el absurdo del destino.”
Cuando uno se topa con pasajes tan lúcidos como el anterior, cuesta pensar que sea el paciente que se cree loco, quien habla ante el psicoanalista. Lo que pone en mente la posibilidad de una novela psicológico-filosófica, donde Doriel, el personaje principal, utiliza la metafísica a raíz del sufrimiento y el trauma como víctima del holocausto de la Segunda Guerra Mundial, de la cual el mismo Elie y su familia fueron afectados en carne propia.
Doriel, afligido por un sufrimiento al cual no puede él mismo ponerle el dedo encima, pues es un dolor en un lugar impreciso de su ser, como sucede a menudo con aflicciones de la infancia, acude en busca de ayuda profesional, pero su psicólogo original considera imposible ayudarlo, por lo que su caso es recomendado a una colega suya que es judía, la Dra. Therese Schmitch. La Dra. intenta a lo largo de sesiones frustradas por la falta de cooperación del paciente, ayudar a descubrir lo que en el fondo de su inteligencia filosófica, le origina su padecimiento, que consiste en unas repentinas crisis de ansiedad y desconexión con la realidad. Estos síntomas aterran a Doriel al punto de la locura, lo cual lo ha encaminado a lo largo de su vida a permanecer aislado y a no dejarse amar, y no tiene ni pizca de control sobre ello. “¿Por qué -pregunta- cuando cierro los ojos tengo la sensación de estar en un territorio hostil?”
En realidad no sé si existe una traducción de este libro, ni si ese sería el título oficial al español, o si para jugar un poco con un sentido alegórico como se ha dicho de sus otras novelas, quizá la traducción se ajustaría al de “Otra Noche” . En cuanto a mí, en este caso particular, quiero respetar la literalidad del idioma. ¿No les parece sugestivo?
Beatriz Osornio Morales.
6 respuestas a «Un Loco Deseo de Bailar»
Tomo nota y trataremos de buscarlo por Amazon o FNAC.
Gracias 😉
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Suerte, amigo! un abrazo.
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a tenerlo en cuenta entonces… saludos…
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Muy bien, gracias por tu comentario. Saludos.
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Un escritor premiado, reconocidos sus méritos, al que solo le he leído un libro, fuen en un momento en que me dió por leer sobre el holocausto, puede que después de esta entrada me decida a leer otro más, Un abrazo
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En efecto, es muy bueno y no puede leerse con indiferencia. Gracias Estér. Abrazototote.
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