Bebíamos poesía en el vaso…
poesía que aparábamos en las goteras
del insomnio;
drip drop drip drop;
hora con hora.
Los minutos
tenían tu nombre,
cuerpo de gota, aguardiente, un relámpago
silencioso para no despertar,
o un aguacero.
Otras noches
saciamos la sed con aguardiente.
Éramos poesía sin recuerdos.
Deseaste tiempo para instalar mis pasos
en la isla, al fondo de las palabras,
vivir lejos de la política
y la economía, y era posible.
Yo lo único que he deseado desde entonces,
es que el abandono no decolore las líneas
de tu voz, escritas a lápiz por falta de tinta.
Al doblar la esquina, uno es un vuelco,
cóncavo, verbo
a la orilla de un precipicio,
es tener sed de silencio e irse
al fondo del mar,
sentir el ruido y cantar a las sombras.
Entonces, los navegantes naufragan
en estas páginas portuarias,
sin bandera de identidad,
se rompe el vaso en una línea inacabada,
llega la sequía,
no hay comparaciones ni poemas,
ni fondo de mar,
ya no hay aguardiente, solo ruido
para saciar la sed.
Beatriz Osornio Morales. Imagen, Paula Bonet
2 respuestas a «Para Saciar la Sed»
Acabo de beber un vaso grande de buena poesía. Gracias. Era lo que le faltaba a esta bella mañana azul de San Juan.
Besos.
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¡Salud entonces hasta San Juan! Abrazos.
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