Estuvimos todo el día en la niebla; los arboles, nosotros, las calles, la ciudad entera, en penumbras. Teníamos unos ojos de niebla, flotando entre las ramas desnudos; estábamos solos, sin compañero de asiento, compañera de cama, de trabajo, éramos solos sin otro pensamiento que la neblina, tierra flotante, ciudad de nubes. Y anocheció sin que lo supiésemos.
Nuestros cuerpos eran un vapor cálido en la niebla nocturna, hasta que vino el alba ydividió los rayos que disipan las formas.
Beatriz Osornio Morales, (Caligrafías de Sol)
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