Supongo que si de tiempo se trata, este el es tiempo donde existo.
Aunque podrìa ser la conciencia de ello lo que realmente persiste como tiempo.
Hace un momento estaba en ese tiempo.
Te decìa que hoy mis palabras huelen a hojarasca.
Abrì la puerta de atràs y recordè ese aroma olvidado,
sentì el crujir de mis palabras que se desmoronaban en el polvo,
y oì romperse el cuerpo del misterio.
Su aroma es el de las hojas quemadas, y no sè porquè
pensè en los petàlos de las rosas secas que he ido guardando
cada aniversario,
estàn sobre la mesita de las cartas.
Las palabras minerales sueñan con ser estrellas,
pero por el aroma sospecho que son cenizas a millones de años luz.
Lo que brilla es la luz milenaria de un tiempo sin memoria.
Beatriz Osornio Morales, imagen de la red.